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terça-feira, 5 de maio de 2015

LA LENGUA VIVA



La letra con sangre entra

 en Libertad Digital - España 



No es casualidad que la palabra disciplina designe al tiempo la materia de una asignatura escolar y el látigo con el que se azotaba a los alumnos díscolos. Se derivaba de un principio pedagógico tradicional: "La letra con sangre entra". Sin llegar a tanto, algunos coscorrones costaban a los escolares de mis tiempos aprender la tabla de multiplicar hasta el 9. Los ingleses la aprendían hasta el 12, por aquello de su peculiar sistema de medidas.
Ahora me dicen que la pedagogía actual abomina de la memoria, y los párvulos ya no recitan la tabla de multiplicar. Tampoco aprenden poesías clásicas de memoria. ¿No será que algunos confunden la pedagogía con la pederastia o la perestroika?
No es que el mundo de la escuela se desmorone, sino que se revuelve contra sí mismo. La violencia que ahora alarma es la de los estudiantes contra los profesores. Son innúmeros los casos de agresiones a los maestros, singularmente maestras, en los recintos escolares. El caso más degradante es el del alumno barcelonés que mató a su profesor con un disparo de ballesta. Sangre en las aulas. Es todo un símbolo de la recreación medieval de nuestros televisivos días. Los videojuegos se hacen realidad. No sé por qué, me recuerda la figura de aquel ilustrado del siglo XVIII que se suicidó con la aguja de un compás. Siempre nos llamará la atención la muerte violenta en un ambiente de estudio.
El ballestero infantil de Barcelona es un producto más de la cultura de imitación que nos llega por la vía del entretenimiento icónico, lo que entra por la pequeña pantalla de los artilugios telemáticos. Se trata de emular las excentricidades que proceden de los Estados Unidos. En lugar de rifle, ballesta. El profesor representa la opresión de los padres, de la sociedad. No cabe mayor abyección. Bueno, sí cabe, pero tampoco es cosa de fomentar el morbo.
A partir de ahora, el menester docente pasa a ser una ocupación de alto riesgo. ¿Tendrán que llevar los profesores chalecos antibalas? Entre tanto, sigan fomentando las noticias y ficciones de violencia sañuda, de crueldad gratuita. Verán qué ubérrima cosecha nos espera de nuestra educación gratuita y obligatoria.
No es cuestión de volver a colocar el látigo en las aulas, como todavía hacen simbólicamente algunos colegios tradicionales del Reino Unido, tan adicto a las tradiciones. Ese símbolo no va con los tiempos. Los estudiantes no son como esclavos. Pero los profesores tampoco deben ser piezas cinegéticas al alcance de los estudiantes asilvestrados o simplemente friquis de las artes marciales. Eso sería un abuso de mayores. Algo habrá que hacer. Por mi parte, la colaboración mínima:escribir y hacer pensar.

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