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sábado, 27 de dezembro de 2014

DICCIONARIO DE PALABRAS CURIOSAS




  Silva de varia lección

 en Libertad Digital - España


Esta seccioncilla se nutre de un continuo discurrir entre el amanuense y los lectores; los "benelectores", habría que decir, tal es su benévola aportación.
Agustín Fuentes comenta que el vástago extensible para hacer fotos a uno mismo no es "monopedo" sino "monópodo". Acepto la corrección fraterna. Fue un error involuntario. A cualquiera se le escapa una ventosidad sin querer.
Luis Salas Rizzo, venezolano, es otro apasionado de la lengua castellana (insiste en que debe decirse así, no lengua española). Se fija en algunas curiosidades del idioma. Por ejemplo, la palabra "rato". El aumentativo sería "ratón", pero se aplica a la rata pequeña. Aparte, "rato" es un lapso indeterminado, que admite el diminutivo de "ratico", igualmente sin fijación de límites. (Añado que para los mexicanos, el "ahorita" cumple esa misma función de no saber cuánto va a durar). Un ramo de flores pequeño es un "ramito", pero si es grande se dice "ramillete". ¿No sería más propio decir "ramón"? Añado que eso sería si la formación léxica fuera siempre racional. Pero no tiene por qué serlo.
El idioma español gusta mucho de las palabras que terminan en <ón>. Tan abundantes son que resulta de mal gusto utilizarlas para rimar. No siempre indican cosas grandes. Un "batallón" es mucho menos que un cuerpo de ejército. Palabras como "biberón, bombón, boquerón, botón, cupón, embrión, escalón, gorrión, lechón, perdigón, pezón, piñón, punzón, terrón", etc no dan sensación de algo grande o desmesurado. Más bien lo contrario.
Francisco Ramos anda buscando la significación de manguara. No viene en el DRAE (que ahora no sé cómo se llama). Es un regionalismo para un pocillo o vaso pequeño donde se pueden servir licores. Quizá provenga del mango que llevan algunos de esos recipientes.
José L. Martín Tordesillas expone un remedio contra la caída de ramas de árboles que sufren los madrileños: "¡podemos!". En efecto, el título de Podemos para un partido tan enemigo de la libertad solo se explica si es el imperativo del verbo "podar". Ya es extraño que un partido adopte como título una desinencia verbal.
Algunas veces tengo dicho aquí que la polisemia de las palabras es una de las claves del humor, sobre todo cuando uno de los significados se refiere a algún tabú. Jesús Laínz ofrece este chiste lingüístico:
─Soy una mujer afortunada: mi novio es tocólogo.
─Para suerte la mía: el mío es meteorólogo.
Don Jesús me contesta, en forma de soneto quevedesco, a mi tesis de que el verbo parlar no es castizo; resulta gongorino y cataláunico. Lo siento, montañés. Sigo en mis trece (que es operación judaizante). El verbo "parlar" lo recoge el Diccionario de Autoridades de hace 300 años. Aporta ejemplos de su uso en Fray Luis de Granada, Gracián o Calderón. Añade muchos derivados bien castizos: "parla, parladillo, parlada, parlamentar, parlamento, parlante, parlatorio, parlería, parlero, parleta, parlón, parlotear". No cito diccionarios actuales, porque eso sería jugar con demasiada ventaja.

DICCIONARIO DE PALABRAS CURIOSAS



Con ánimo de polemizar

 en Libertad Digital - España

La almendra de cualquier expresión de la palabra escrita o hablada es la polémica, la lucha incruenta de razones y pareceres. No otra cosa es la tertulia más o menos organizada. Todo lo que se diga es poco para aclarar los términos de la polémica. Lejos de mí esa frase tópica de disculpa: "sin ánimo de polemizar…". No sé por qué va a ser algo malo.
Conviene distinguir dos formas de considerar el modo de pensar de la gente: la mentalidad y la ideología. La primera es latente, difusa, gradual. La segunda es expresa, concreta, decidida. Por ejemplo, la mentalidad moderna o la ideología de izquierdas. Cuando se habla del"centro" ideológico, se trata más bien de una abstracción caprichosa. Simplemente, no sabemos si esos "centristas" son más de izquierdas o de derechas. El sedicente "centro" responde a la incapacidad de los sociólogos para determinar una ideología polar. No es fácil operar con la dicotomía izquierda-derecha, pues oscila mucho según las circunstancias de tiempo y lugar.
¿Qué es ser de izquierdas hoy en España? Favorecer todo tipo de regulaciones por parte del poder político para controlar, dirigir y proteger la conducta del pueblo, los contribuyentes, los que ahora llaman ciudadanos. Adelanto que, aunque la derecha nunca ha tenido tanto poder como en la España actual, las actitudes que predominan en todos los partidos son de izquierdas.
Las regulaciones empiezan a ser tantas que pueden empezar a ser contradictorias. Un caso mínimo. A los ayuntamientos de las grandes ciudades les ha dado ahora por las bicis públicas de alquiler. Nuevas instalaciones y regulaciones. Resulta que una de las normas anteriores es que los ciclistas deben llevar casco. Pero los viandantes que alquilan las bicis municipales no están dispuestos a proveerse de un casco para llevarlo todo el día. Una solución podría ser alquilar al tiempo la bici y el casco, pero habría mucha resistencia a colocarse el casco que ha llevado otra persona. Al final, la policía autoriza a los ciclistas de las bicis municipales a ir sin casco, una tropelía jurídica. No será la primera ni la última.
¿Por qué la mayoría de los españoles, aunque voten al PP, se sienten de izquierdas de acuerdo con la definición dicha? Entienden que cuantas más regulaciones haya, más seguridad conseguirán. Es una ecuación muy dudosa, pero funciona. Aun suponiendo que se generara más seguridad, se perdería libertad. Pero esa pérdida no se considera lamentable. Los que mandan (aunque sean de derechas) aumentan las regulaciones porque así despliegan más poder.
¿Qué es, entonces, el poder político? Algo muy escaso y valioso. Consiste en hacer que los administrados se comporten como quiere el que manda. Hay que convencer al contribuyente de que esa operación le va a ir bien. No es difícil.


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