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quarta-feira, 17 de dezembro de 2014

GARCÍA JAMBRINA:

LIBROS

«Hoy, más que nunca, 


debemos contemplarnos 


en el espejo del Quijote»


El profesor y novelista publica «La sombra del otro», su delicioso acercamiento al universo del Manco de Lepanto

Luis García Jambrina es profesor. Y en Salamanca, nada más y nada menos. Tierra de sabios, y entre otras menudencias, de jamones que cuesta menos que un suspiro llevarse a las libidinosas entrañas. Su industria es embelesar a sus alumnos, eso en las mañanas, que por las noches se entrega en cuerpo y alma a las palabras y a las sílabas, y la Historia, a la que se ofrece con el sacrificio y la belleza de una impúber vestal.
Ahí, surcando con denuedo y ahínco las aguas casi siempre procelosas del océano de nuestro pasado, y de esta forma, párrafo a párrafo, volcado con ardor sobre su ordenador ha dado vida a unas novelas más que ejemplares, «El manuscrito de nieve» y «El manuscrito de piedra», habitadas por la magia, por el misterio y por Francisco de Rojas con su Celestina de la mano. Y ya metido en harina histórica acaba de publicar «La sombra del otro» (Ediciones B), cuyo actorprincipal es Don Miguel de Cervantes, y una trama de misterio urdida en torno a Antonio de Seguray sus denuedos y afanes, muchos de ellos movidos por la envidia, más que innsana, el Manco de Lepanto.
-Háblame algo de este individuo un tanto proceloso llamado Antonio de Sigura
-Se trata de un individuo al que Cervantes dejó malherido en su juventud, como consecuencia de un duelo o una reyerta en los alrededores del Alcázar de Madrid.
En las estudios y biografías sobre Cervantes, es muy poco, casi nada, lo que se nos dice este personaje; de hecho, se tiende a despreciarlo y a minusvalorarlo y, por lo tanto, a despacharlo en unas pocas líneas o en una nota a pie de página, pero, según parece, llegó a ser un arquitecto o aparejador real de cierta importancia. De modo que decidí seguirle el rastro, con la sana intención de sacarlo de la oscuridad y colocarlo en primer plano. Por lo demás, fue un proceso casi detectivesco. Al final encontré noticias sobre él en algunos trabajos de carácter académico sobre arquitectura española de la época. Gracias a ellos, conocí algunos datos y aspectos de su vida y obra que lo hacían cada vez más atractivo.
-¿Cómo y cuándo diste con él?
-Desde un principio, yo quería contar las peripecias de Cervantes desde el punto de vista de un personaje de su época, de alguien que lo hubiera conocido y tratado, y de repente me acordé de Antonio de Sigura, con el que me había topado hacía tiempo, cuando leí algunas biografías cervantinas por pura curiosidad, sin ninguna intención clara. Después de darle algunas vueltas, pensé que nadie mejor que ese personaje con el que Cervantes había tenido un encontronazo que sin duda cambió sus vidas. ¿Y si el motivo de la famosa pelea hubiera sido la envidia, el odio, los celos, la rivalidad?, me pregunté. Y de ahí nació la novela, de un conflicto entre estos dos personajes que los va a mantener ligados, de una manera u otra, hasta el final de sus días. Se trataba, en fin, de reinterpretar la figura y, claro está, la obra de Cervantes desde el punto de vista de alguien que lo envidió y lo admiró, lo odió y lo apreció a partes iguales.
-¿Es fácil indagar en la vida de Cervantes?
-Es fácil si sabes más o menos lo que buscas, pues la bibliografía cervantina es un maremágnum donde puedes encontrar de todo. Así que lo primero que tienes que aprender es a separar el grano de la paja, los hechos probados de las meras conjeturas, lo verdaderamente interesante de lo que es mera erudición. En la vida de Cervantes, hay además muchos enigmas y puntos oscuros, y yo he tratado de darles una respuesta razonable, englobándolos en un conjunto bien articulado y dándoles un sentido. También me he servido, como es lógico, de sus obras, pues en ellas nos brinda muchas pistas sobre su vida, sus obsesiones y su personalidad, amén de su retrato y de sus gustos literarios. Asimismo, me he documentado mucho sobre su época y las muchas ciudades en las que vivió. Con todo ello he intentado poner al día al personaje y dar una nueva imagen del mismo, más humana y más compleja, dejando ver sus diferentes caras y facetas; con sus luces y sus sombras, sus miserias y sus grandezas, sus logros y sus debilidades, sus paradojas y sus contradicciones.
-La novela histórica ya no es para ti ningún secreto. ¿Qué te hace volver a ella?
-Yo llegué a la novela histórica un poco por casualidad, casi sin pretenderlo. Pero lo cierto es que en ella he encontrado el género en el que, de momento, me siento más cómodo, en el que más cosas tengo que contar y que decir. Por otra parte, creo que aún queda mucho por hacer en este terreno. Se trata de un género muy maltratado por la crítica y el lector culto, eso es verdad; sin embargo, ha dado grandes obras maestras, que deberían servirnos como referente para renovar el género y tratar de ir más allá. En este sentido, mi intención es ponerme retos cada vez más difíciles y objetivos más ambiciosas. Si se compara La sombra de otro con mis primeras novelas se observará, por ejemplo, que la estructura es más compleja y el alcance, mucho mayor, sin dejar de ser por ello un relato lleno de emociones, pasiones, sentimientos, peripecias, aventuras, intrigas…
-En tu novela tratas, además, temas tan importantes y universales como los de la envidia y el fracaso, ¿no es así?
-En efecto, la envidia está muy presente en la novela. En este sentido, debemos recordar que hay dos tipos de envidia: una es sana, positiva y creadora, pues nace de la admiración y nos lleva a emular a los mejores, y, por lo tanto, a superarnos a nosotros mismos, mientras que la otra es enfermiza, negativa y destructora, pues nace de un sentimiento de inferioridad y genera sufrimiento en quien la padece y en quien la despierta. Entre esas dos clases de envidia se mueve la mayor parte de las acciones humanas, las buenas y las malas, como muy bien puede comprobarse en la novela. El otro gran tema es el del fracaso o lo que podríamos llamar las paradojas del éxito y del fracaso. Y es que a veces el éxito puede ser una forma de fracaso, y el fracaso, una forma de triunfo o redención.
-¿Tú crees que Cervantes y el Quijote deberían estar más presentes en el mundo actual?
-Sin duda, Cervantes y su obra tienen mucho que decirnos todavía, y más a los españoles de ahora. El año que viene se celebra el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote y el siguiente, el de la muerte de su autor. Y, en mi opinión, no deberíamos dejar pasar la ocasión. Hoy, más que nunca, necesitamos contemplarnos en el espejo del Quijote y en el que nos brinda la propia vida de Cervantes, una vida ejemplar, en muchos sentidos. Vivimos una época de crisis, no solo política y económica, sino también cultural y de identidad, y precisamos agarrarnos a asideros muy firmes para salir a flote. Entre otras cosas, los españoles necesitamos recuperar la autoestima como pueblo, como cultura, como país o como lo que sea, y Cervantes podría ayudarnos mucho a este respecto. Tanto él como sus inmortales personajes deberían ser nuestro principal referente en estos tiempos oscuros.

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