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segunda-feira, 29 de dezembro de 2014

EL SOLAR DE LA ACADEMIA DE LA LENGUA


El parentesco 'sexual' de la orquídea y el aguacate

Metáforas insólitas.  Ciertos significados de palabras surgieron de curiosos parecidos entre unas partes del cuerpo y otras cosas


Víctor Hurtado Oviedo

¿En qué se parece el “zodiaco” chino al babilónico? Se parecen en algo muy importante: en nada. Donde los astrónomos de Babilonia “veían” un cangrejo (Cáncer) o un arquero (Sagitario), los chinos hallaban una vaca o un mono; lo extraño es que unos y otros miraban las mismas estrellas. Estas diferencias reciben una explicación fácil: una cultura unió algunas estrellas con unas líneas que sugerían la forma de una balanza (Libra), mientras otras culturas unieron las mismas estrellas para que su “dibujo” pareciera un gato.

Ahora bien, ¿cuál de los zodiacos es el más acertado? Ninguno, mas debemos reconocer que ciertos horóscopos se equivocan más que otros. Seguir el más erróneo ya es síntoma de mala suerte.las tensiones

Nosotros también podemos formar las siluetas que queramos y “ver” un teléfono móvil o un disco duro de computadora en el firmamento.

De cuerpo presente. Un mismo objeto (como una constelación) puede sugerir ideas diferentes (un león o una rata), pero también ocurre lo contrario: dos objetos distintos pueden guarecerse bajo la misma palabra.

Ese es el caso de ‘ratón’, término que designa un animal y un aparato electrónico. Alguien encontró parecidos entre ambos e impuso el nombre original (del mamífero) al objeto reciente (el aparato). En casos como este, la palabra compartida es una metáfora. En sentido metafórico, el aparato “es” un ratón. Las metáforas son frecuentes:

“Mala hierba” = “persona mala e insistente”, “inteligencia de alto vuelo” = “gran inteligencia”, etcétera.

El cuerpo humano también ha sugerido metáforas, como las siguientes.

1. Testa: en latín significaba ‘caparazón’; después, en alusión a su forma, designó ciertas vasijas; más tarde se dijo ‘testa’ al cráneo (porque es cóncavo) y a la cabeza. Término cercano: ‘tiesto’ (recipiente).

2. Músculo: 'musculus' es el diminutivo latino de ‘mus’ (‘ratón’ en latín). Cuesta imaginarlo, pero alguien vio un parecido entre los ratones y ciertos músculos cuando están tensos. ‘Muslo’ es una abreviación (síncopa) de ‘músculo’. ‘Mouse’ deriva de ‘mus’.

3. Rótula: diminutivo latino de ‘rota’ (rueda); designa un hueso circular de la rodilla.

4. Barriga: tal vez se empariente con ‘barrica’ (tonel). Su origen es incierto, pero algunas personas creen que ‘barriga’ y ‘barrica’ provienen de una misma palabra celta que equivalió a ‘tonel’.

5. Testículo: en griego clásico se llamó ‘orjis’ (el bulbo de la orquídea) al testículo. ‘Testículus’ es la forma diminutiva de ‘testis’ (‘testigo’ en latín).

‘Orquídea’.  El 29 de noviembre, La Nación publicó un artículo de Irene Rodríguez sobre la prevención del cáncer en los testículos y lo ilustró con las caricaturas de dos huevos, en alusión al vínculo popular de ‘testículo’ = ‘huevo’.

Tales caricaturas son similares a la que aparece en la portada del Diccionario secreto, I, del escritor Camilo José Cela, libro que explica el origen de varios términos vitandos (evitables) porque se los tiene por “malas palabras”. Un capítulo de ese diccionario se dedica a explicar la palabra griega ‘orjis’, que ha originado ‘orquídea’ en el idioma español.

Donde algunas culturas encontraron una similitud externa entre un testículo y un huevo, los griegos vieron un parecido entre los testículos y los bulbos de las orquídeas.

Parece que quien llamó primero ‘orjis’ a los testículos fue Teofrasto, el director del Liceo a la muerte de Aristóteles. Ignoramos cuál haya sido la palabra griega anterior a ‘orjis’ (= testículo), aunque es posible que haya habido más de una.

Tres y testigo. Cela reporta 50 palabras médicas formadas con ‘orqui’, todas vinculadas a afecciones sufridas por los testículos. Recordemos que la gran mayoría de las palabras médicas se basa en términos griegos.

Entre esas palabras médicas figuran ‘ monorquidia’ (presencia de un solo testículo en un mamífero) y ‘triorquidia’ (tres testículos). Cela añade que las formas correctas son respectivamente ‘monorquia’ y ‘triorquia’.

Quien presenta un solo testículo es un ‘monórquido’ (mejor, ‘monorquio’); quien exhibe tres, un ‘triórquido’ (mejor, ‘triorquio’). Las enfermedades de los testículos son males orquiotópatas.

‘Testículo’ deriva del latín ‘testiculus’, diminutivo de ‘testis’. El ‘testis’ era el testigo, quien daba fe de algo. La raíz indoeuropea de ‘testis’ nos retrotrae a la idea de ‘tres’ porque el testigo era la “tercera persona” situada entre dos contendientes judiciales.

En los juicios de la antigua Roma, los hombres debían prestar juramento de veracidad posando una mano sobre sus testículos; es decir, juraban por su virilidad. Los testículos eran “testigos” pues atestiguaban la virilidad de un macho de los mamíferos.

Fruto de un árbol. Una metáfora similar se produjo en el idioma náhuatl, que se habló y se habla en los actuales territorios de México y parte de Centroamérica. En Costa Rica se emplean muchas las palabras de origen náhuatl: chile, chocolate, elote, tomate, tamal, mecate, zacate, zaguate, petaca, papalote...

‘Aguacate’ es una castellanización de una palabra náhuatl que sonaba ‘auacatl’ (con la primera y la tercera aes largas). En todas sus variantes, el idioma náhuatl era ágrafo (falto de escritura), de modo que sus primeras formas escritas se deben a los españoles.

Sin embargo, las transcripciones presentaron formas diversas según las variantes del náhuatl y según oía cada transcriptor. Por esto, tan válidas son las formas ‘pejibaye’ como ‘pegivaye’, aunque la primera se ha generalizado como la “correcta”. En su Diccionario de costarriqueñismos, el lingüista Arturo Agüero indica que la palabra 'pejibaye' puede tener un origen haitiano.
Un término derivado de ‘aguacate’ es ‘guacamole’.

Pega de nombres. Es obvio que la analogía ‘testículo’ = ‘aguacate’ se debe al parecido que ambos objetos guardan en la imaginación popular. Esa comparación surgió en los tiempos prehispánicos en el habla coloquial o “festiva” (como dicen los diccionarios).

Para algunos etimólogos, ‘ahuacatl’ significa “testículos del árbol [del aguacate]”; en tal caso, la palabra original correspondió al órgano masculino y luego se la “pegó” al fruto de un árbol.

Primero  de los tres volúmenes de una obra inconclusa de Camilo J.osé Cela Trulock.
Primero de los tres volúmenes de una obra inconclusa de Camilo José Cela y Trulock. ampliar
El proceso contrario habría sido el siguiente: hubo una palabra náhuatl original para el testículo, que se perdió pues la reemplazó la analogía (metáfora) con un fruto llamado ‘ahuacatl’. A veces, las metáforas “matan” a la palabra original. Así ocurrió en francés con ‘tête’ (testa), que reemplazó a los derivados latinos de ‘caput’ (cabeza).

Otras veces, ocurre que un objeto inventado carece de nombre y se le “pega” uno ya existente. Es el caso de ‘ratón’ (mamífero > aparato electrónico). También ocurrió así con un elemento de la mesa que carecía de nombre, y se le puso ‘pata’ por el parecido que guardaba con las extremidades de ciertos animales domésticos, como perros y caballos.

Los préstamos de significados ya olvidados son una figura retórica llamada ‘catacresis’.

Siempre cambiante. En Costa Rica, la palabra ‘aguacate’ adquirió otro significado: “piedra preciosa con forma de aguacate”. Así lo refiere el lingüista Miguel Ángel Quesada Pacheco cuando cita un documento escrito en Nicoya en 1788: “un aguacate grande y otras [piedras] más pequeñas ( Diccionario histórico del español de Costa Rica, p. 3).

La historiadora Carmela Velázquez Bonilla aporta la acepción “perla o esmeralda con figura de aguacate” y cita un documento de Cartago de 1695: “aguacates engastados en oro” ( Diccionario de términos coloniales, p. 3). Así pues, en Costa Rica se produjo una segunda metáfora: ‘testículo’ > ‘aguacate’ > ‘piedra preciosa’.

La palabra quechua que equivale a ‘aguacate’ es ‘palta’ y se usa en toda Sudamérica.

Sería interesante rastrear el origen del término inglés y alemán ‘avocado’ (aguacate), derivado de la antigua palabra castellana ‘avocado’ (abogado). ‘Abogado’ proviene del latín ‘advocatus’ (llamado [para ayudar]), con el cambio de ‘v’ por ‘b’ (como del latín ‘verrere’ al español ‘barrer’).

En tiempos de la conquista de América, los españoles llamaron también ‘avocado’ al aguacate, tal vez por un simple parecido fonético.

El idioma no cambia solo: cambia la gente que lo hace cambiar, a veces con ironía.

El autor es miembro honorario de la Academia Costarricense de la Lengua y miembro correspondiente de la Academia Peruana de la Lengua.

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