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sexta-feira, 1 de agosto de 2014

EL GUSTO POR LO LARGO

LUIS MAGRINYÀ (EL PAÍS.COM, ESPAÑA)


Hoy: el estilo no está en las 

preposiciones (insistimos)


La elección de unas preposiciones en lugar de otras cuando hay otras que, en efecto, podrían usarse suele venir dictada por la loable, aunque a menudo fantasiosa, como venimos viendo en esta sección, intención de «escribir bien». Hay cierta teoría que define el lenguaje literario como el que más se aparta de la norma (entendiendo «la norma» como «lo normal»), y mucha gente aplicada en «escribir bien» se la ha creído a pie juntillas. Si algo suena raro, complicado, frondoso, o inextricablemente «preciso», si no es, en fin, lo que uno diría todos los días, entonces es que tiene que ser «literario», o, como poco, «formal». Es una idea que se aplica a todos los aspectos de la lengua (léxico, gramática, sintaxis) y por supuesto ni siquiera las preposiciones, esas cositas tan pequeñas, iban a librarse. Ya vimos lo que ocurría con hacia y con desde en un L&L anterior.
Hoy consideraremos el afán de hacer de estas cositas pequeñas cosotas muy grandes; pero otro día trataremos el caso contrario, cuando interviene un extraño «principio de economía» y algo (incluso una preposición) nos parece tan insoportablemente largo que consideramos oportuno abreviarlo. Lo que no sabemos, en fin, es por qué en unos casos prevalece, en aras del buen estilo, el gusto por el aumento y, en otros, por la disminución; seguramente lo que ocurre es que elegimos lo que otros, más ilustres, han elegido antes que nosotros.
Hoy nos detendremos en tres preposiciones, o locuciones preposicionales (o prepositivas, se dice de las dos formas, creemos): junto a, acerca de y durante. Esperamos dar cuenta de sus excesos.
Junto a el DRAE la define como «cerca de», que también es una locución larga y con pedigrí latino y que es evidente que se usa más. Lo que habitualmente diríamos que está «cerca de» o «al lado de» algo manifiesta cierta tendencia a convertirse en junto a cuando queremos expresarnos formal o literariamente. Muchas veces, como veremos, ni siquiera responde a esos significados, sino que aspira a una exactitud totalmente ociosa.

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