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domingo, 4 de maio de 2014

LENGUA MATERNA


La reconocida filóloga explica por qué es bueno hablar en más de una lengua
Dibujo de Ombú
Barbara Cassin02 may 2014 en El País - Uruguay.
La lengua materna es la lengua de mamá, puede ser también la lengua de papá y no es necesario que ambas sean iguales. Es la lengua que hablamos, en la que nos bañamos al nacer, la lengua que nos rodea en casa, en familia.

Ya en el vientre materno escuchamos sonidos que crean un largo acostumbramiento y forman una secuencia con las canciones que nos cantan para hacernos dormir cuando somos bebés y, luego, con las historias que nos cuentan. Esa es la singularidad de la lengua materna. Algunos tienen, quizá, dos lenguas maternas, no porque tengan dos mamás, sino porque la lengua de su madre y la de su padre no son la misma. O bien porque la lengua que habla su familia y en la que están inmersos está ligada de manera inmediata a, o entre en competencia con, la lengua del país en el que están, aquella en la que les hablan y que ustedes hablan quizá también en su casa, con sus hermanos y hermanas, y si no, muy pronto, fuera de la casa, en el jardín de infantes, en la escuela.
Hablar dos lenguas no es simple, pero es una suerte. Evita caer en una ilusión muy grave, a mi modo de ver, que es la ilusión que cultivaban los griegos: imaginaban que solo existía de verdad una única lengua, la suya. La llamaban con una palabra: logos. Los otros, los que no hablaban como ellos, eran "bárbaros", los que decían "blablabla", algo que no se entiende. Ustedes saben qué son las onomatopeyas, "crac", "puf", "bum". "Bárbaro" es el ruido que hace alguien que es designado por su ruido -un ruido ininteligible para los griegos, que no lo comprenden y que no tratan de comprenderlo-. Logos, en cambio, significa la "lengua" en griego, pero también la "razón". Aristóteles, uno de los primeros filósofos griegos, define al hombre como un animal dotado de logos, es un animal que habla-y-piensa. Los griegos, entonces, suponen que la lengua que ellos hablan se confunde con la razón, que el griego es la lengua de la razón, de la inteligencia, la única lengua posible, y que el resto no existe. El resto ni siquiera es una lengua. Los griegos hablaban el logos, es decir la lengua que constituye la humanidad, la cultura, la racionalidad, de modo tal que no estaban seguros de que los bárbaros fueran hombres. En todo caso, en tanto bárbaros, en tanto blablantes, estaba permitido ponerlo en duda. Imaginar que no existe más que una lengua, la que uno habla, implica esta división terrible. Quiere decir que los otros quizá no hablan, quizá no son hombres o, en todo caso, no son hombres como nosotros. Por eso yo digo que ser bilingüe es una suerte, porque es una suerte comprender y sentir que hay varias lenguas. Lo primero que hay que tener en la cabeza cuando se quiere pensar la lengua materna es que es una lengua, una lengua entre otras lenguas posibles, una lengua entre otras, aun cuando es para cada uno magníficamente singular. Barbara Cassin, Lengua materna

LA AUTORA

BARBARA CASSIN (n. 1947 en Boulogne-Billancourt, Francia) es filóloga y filósofa. Actual directora de investigación del Centre National de la Recherche Scientifique en París. Es editora de una monumental obra sobre los términos intraducibles en una docena de lenguas,Vocabulaire européen des philosophies: Dictionnaire des intraduisibles (Seuil, 2004), que acaba de tener una edición actualizada en inglés, Dictionary of Untranslatables (Princeton, 2014) de 1.298 págs. El texto adjunto fue tomado del libro Más de una lengua (FCE, 2014).

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