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domingo, 27 de abril de 2014

PALABRAS Y SU USO EN EL IDIOMA







Sobre pírsines, píxeles y devedés 

  26 de abril de 2014. (Tiempo PYME)  Hora: 11:38  



Opinion de María del Rosario Ramallo, profesora y licenciada en Letras y Especialista en Docencia Universitaria, Ex directora de la Carrera de Letras, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, titular de las cátedras “Semántica, Fonética y Fonología” y “Filología Hispánica II”


Como profesora de lengua española, defiendo a ultranza el uso de términos en este idioma e insto a los alumnos y a las personas que comparten conmigo las tareas cotidianas a dejar de lado los anglicismos y a sustituirlos por sus equivalentes, cuando ello es posible.

Pongo como ejemplos dos vocablos que todos escuchamos de manera frecuente: performance y piercing.

En el caso de performance, encontramos para el término distintos valores, pero siempre es sustituible por expresiones equivalentes en nuestro idioma. Es, por consiguiente, un anglicismo evitable. Veamos qué valores puede tener:

“Resultado obtenido en relación con los medios o el esfuerzo invertidos” o “utilidad que rinde una persona o cosa”. En la primera acepción, puede perfectamente sustituirse por ‘resultado’; en la segunda, por ‘rendimiento’. Por ejemplo, en “El tribunal evaluó su performance y obtuvo una calificación muy baja”, se podría haber dicho “El tribunal evaluó su rendimiento y obtuvo una calificación muy baja”; en “El Gobierno debe obtener mejor performance en las próximas elecciones” se podría decir “El Gobierno debe obtener mejor resultado en las próximas elecciones”.

En otros contextos, la sustitución puede hacerse con los vocablos ‘funcionamiento’ o ‘comportamiento’: “Habremos perdido una excelente herramienta para mejorar la performance de la economía argentina” bien puede decirse “Habremos perdido una excelente herramienta para mejorar el comportamiento de la economía argentina”.

Se usa, también, en el mundo del espectáculo para designar el hecho de actuar o de interpretar un papel o una pieza musical; aquí, la sustitución válida se logra con los términos ‘actuación’ o ‘interpretación’: “No satisfizo a nadie la performance de esa pareja de bailarines” debería decir “No satisfizo a nadie la actuación de esa pareja de bailarines”.

También es innecesario su empleo como “representación de teatro o danza”; en ese caso, el vocablo sugerido es “espectáculo” o “representación”; entonces, en vez de “El prestigioso bailarín y coreógrafo realizará para nuestro público una performance de tango” diremos “El prestigioso bailarín y coreógrafo realizará para nuestro público un espectáculo de tango”.

¡Cómo han proliferado las perforaciones en distintas partes del cuerpo para insertar en ellas elementos ornamentales! Las designamos con la voz inglesa ‘piercing’ o con la adaptación sugerida por los diccionarios académicos “pirsin”. Esta voz adaptada tiene como plural “pírsines”; se puede sustituir este anglicismo evitable por la expresión equivalente “perforación corporal”: “Deben tomarse medidas sanitarias para la práctica del tatuaje y de la perforación corporal” (en lugar, en este último caso, de “pirsin” o piercing). Entendemos, no obstante, que el uso de la voz inglesa o de su adaptación resulta más económica y de más fácil comprensión para el común de la gente.

A veces, en cambio, el anglicismo no es evitable. Por ejemplo, ¿qué queremos decir cuando afirmamos que una foto digital tiene tantos píxeles? La voz puede ser ‘pixel’ o ‘píxel’ y tiene doble posibilidad de acentuación, como palabra aguda o grave; deriva del inglés ‘pixel’ y su significado es “elemento más pequeño de los que componen una imagen digital”. Si se conserva su acentuación etimológica, debe tomar tilde por ser grave terminada en L. Su plural es “píxeles” o “pixeles”: “Era una fotografía digital de más de 10 millones de píxeles”.

La globalización ha llegado a las costumbres y lo advertimos en los avances tecnológicos, en las modas y, también, en las palabras que usamos todos los días. En efecto, los vocablos viajan por el mundo, “migran” de un lado a otro y se afincan en comunidades que no son las de su origen. Entonces, cuando esto último sucede, de la misma manera que les ocurre a las personas, los “inmigrantes léxicos” pueden permanecer como extranjeros, en la lengua receptora, o adoptar los caracteres de ella y asimilarse al resto del vocabulario.

En el primer caso, cuando el término permanece fiel a su origen y no se asimila a la lengua receptora, estamos en presencia de un extranjerismo; en el segundo, cuando la palabra se metamorfosea hasta adquirir los caracteres de su nueva “patria”, estamos hablando de un préstamo. Vamos a ejemplificarlo:

Iré al shopping a comprar los regalos y conoceré ese nuevo mall.

Me compré una multifunción que me permite imprimir, fotocopiar y escanear.

¿Cómo advierto que, en los primeros casos, estoy ante extranjerismos y que, en el último, ante un préstamo? Desde lo ortográfico, shopping incluye encuentros consonánticos no propios del español: doble “p” y terminación “-ing” propia del inglés; desde lo fónico, al comienzo del término se escucha un sonido no traducible a grafema en español.

El Diccionario panhispánico de dudas nos dice que podemos prescindir de este término y usar, en su lugar, la expresión “centro comercial”, al que define como “complejo o edificio en el que se concentra un gran número de tiendas”. Añade este diccionario que, en algunos países de América, especialmente en la Argentina, se usa con el mismo significado la construcción “centro de compras”.

La existencia de estos equivalentes españoles hace innecesario el uso de las expresiones inglesas ‘shopping center’ o ‘shopping mall’, así como el de sus abreviaciones ‘shopping’ y ‘mall’.

En cambio, escanear proviene del inglés scanner y se ha adaptado a las normas del español: ha suprimido la doble “n” en el interior del vocablo, ha añadido una “e” para aliviar la pronunciación de “sc” inicial, encuentro consonántico que no es propio de los comienzos de palabras en español y, finalmente, ha formado un verbo con la terminación –ear, totalmente de acuerdo con nuestra idiosincrasia idiomática.

Análogamente han surgido los préstamos “eslogan”, “estándar”, “esnob”, “estrés”. O –ya lo advertimos en una nota anterior– los títulos de posgrado “máster” y “magíster”, en donde la adaptación al español se advierte en la tildación como palabras graves y en la formación de los plurales “másteres” y “magísteres”, respectivamente.

Los dejo con una inquietud: en el momento de hacer obsequios, ¿quién no cedió a la tentación de regalar música grabada en CD o en DVD? ¿Cómo decimos en la oralidad estas siglas? Seguramente, “cidí” y “dividí”; pues bien, si bien mantenemos las siglas provenientes del inglés, no debemos conservar la fonética inglesa sino pronunciarlas como lo hacemos con nuestras letras, esto es, “cedé” y “devedé”. Se admiten ya estas formas como sustantivos y pueden pluralizarse: “Regalé tres cedés y dos devedés”

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