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terça-feira, 7 de janeiro de 2014

Vanessa Gil: El bilingüismo sui generis del Sur de Florida

por Vanessa Gil


El contacto lingüístico entre inglés y español en el Sur de la Florida ha marcado una manera de hablar que roza la categoría de dialecto

Estados Unidos es un país plurilingüe desde sus orígenes. De acuerdo a James Crawford, para el año de 1664, cuando la colonia de New Netherland pasó a denominarse New York, en Manhattan se hablaban 18 idiomas europeos. Como nación de inmigrantes, han sido numerosos los idiomas que han convergido en este suelo, marcándola con matices de pluralidad cultural y lingüística.

Pero el caso del español es particular. La lengua de Cervantes no ha sido un idioma minoritario en el tapiz lingüístico de esta nación. En la actualidad, el español es la segunda lengua más hablada en los Estados Unidos. En el censo de 2011, casi 38 millones de habitantes declararon tener al español como lengua madre. Este número representó un incremento del 117% desde el 1990, cuando el total de hablantes de español apenas rozaba los 17 millones. Y la cifra va en aumento, especialmente en estados como California, Nueva York, Texas y Florida, donde el incremento sostenido de la población hispana ha supuesto un giro en las características demográficas. Este giro ha determinado en ciertas áreas una tendencia al bilingüismo, al préstamo y a la simbiosis.

Gerardo Piña, profesor del Lehman College en NY, distingue tres tipos de personas bilingües: los diglósicos, conocedores de dos lenguas y capaces de utilizarlas a perfección dependiendo del contexto, sea oral o de forma escrita; los bilingües, quienes pueden hablar dos lenguas pero sólo dominan la escritura de una de ellas; y los bilingües pasivos, quienes sólo pueden comprender la segunda lengua pero no son capaces de comunicarse en ella de forma escrita ni oral.

Por más de 50 años, el sur de la Florida ha sido un territorio de convivencia (a veces no pacífica) del español y el inglés. Lejos de la diglosia, el producto que ha surgido de dicho contacto es una mezcolanza con características particulares. Tanto es así que Philip Carter, profesor de lingüística de la Universidad Internacional de Florida, ha indicado que el inglés que se habla en Miami es un dialecto y no un acento, puesto que "un dialecto es un término técnico, lingüístico y científico que se refiere a una manera de hablar una lengua entre hablantes nativos".

Así, las nuevas generaciones de hablantes de inglés del sur de la Florida (así como de otras regiones donde el contacto lingüístico inglés-español es tan marcado), los hijos de inmigrantes latinos que abandonaron sus terruños con la esperanza de un mejor futuro, han crecido en hogares donde se habla español, se pide la bendición a los mayores, se comen platos típicos de una tierra a la que añoran aunque quizás sólo la conozcan de paso. Muchos de esos hablantes se manejan lingüísticamente en un inglés que resulta único para el resto del país.

Como la mayoría de niños de este país, han recibido su formación educativa en inglés, y por tanto ése es el idioma en el que nadan con comodidad. Pero el inglés que hablan es particular. Es un inglés marcado por el calco de estructuras gramaticales y los préstamos de vocablos propios del español, la pronunciación españolizada de ciertas vocales y consonantes, e incluso un cambio de entonación y ritmo consonántico. Hablan un inglés sazonado de español, pero muchos de ellos no dominan el español; son bilingües pasivos. Otros, tal vez pertenezcan a la última generación de hablantes de español en su historia familiar. Muchos en cambio comprenderán la importancia del rescate de sus raíces a través de su idioma, y se esforzarán por mantenerlo, aunque sea en esa variante multiforme que es el habla del sur de la Florida.

Por: Vanessa Gill @VaneGill11 www.logosls.com

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