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sábado, 23 de novembro de 2013

LA LENGUA VIVA


Las polémicas de la lengua
Amando de Miguel en Libertad Digital - España


La lengua es una convención social, válida para quienes la practican. Pero no hay forma de llegar a una solución estable, aceptada sin discusión por todos. Antes bien, las polémicas sobre palabras no acabarán nunca. No se puede saber quién tiene razón. Solo el uso continuado determina por donde discurre el habla.
La RAE solo certifica lo que existe, no lo que debe existir.


Carlos Casas confirma la tesis de Agustín Fuentes sobre la significación de la picardía "echar un polvo". Era un eufemismo para que un caballero rijoso se retirase de una velada para dedicarse a un trámite amoroso con la excusa de sorber "un polvo de rapé". Don Carlos aduce el testimonio de Galdós en los Episodios Nacionales. El dato vence mi escepticismo sobre esa interpretación, pero me gustaría disponer de alguno más. La ciencia necesita obtener observaciones repetidas. No entiendo por qué no se podía pegar un esnifada (que diríamos ahora) de rapé delante de las señoras.

Ignacio Frías aduce el Diccionario de arabismos, de Federico Corriente, en el que se contiene una explicación de la frase "echar un polvo". Es la traducción literal de la expresión mudéjar rabah hirr burb (= conseguir una vulva). Acabáramos. Esa interpretación me convence más. O sea, que no es polvo sino vulva o higo.

Pedro M. Araúz Cimarra opina que le parece "pelín exagerado" llamar "procaz", como yo hacía, a Camilo José Cela. Cierto es y pido perdón. La procacidad es tanto como decir sinvergonzonería, y esa no es la divisa que corresponde al de Padrón. Era más bien un desinhibido y provocador en materia de tabú sexual. Representaba ese papel social que le proporcionó satisfacción y renombre. Pero era compatible con la elegancia natural de un caballero inglés, que lo era por parte de madre. Baste un recuerdo cariñoso. Me presentó un libro (El sexo de nuestros abuelos) y empezó así su discurso con su campanuda voz: "Este es el libro que a mí me hubiera gustado escribir". Mejor laudatio no se puede pedir.

José Luis García-Valdecantos me comunica que algunas notables filólogas han pedido a la RAE que retire la acepción de femenino como "débil, endeble". Razona don José Luis que, gracias a esa acepción, el Tribunal Constitucional ha dado por bueno un disparate jurídico, el de castigar con distintas penas a un varón o a una mujer por el mismo delito de violencia doméstica. Añado que la discutida acepción está en la literatura, en el habla y en la sociedad. La prueba es que en los deportes hay competiciones para varones y para mujeres. De modo parecido, en las tiendas de ropa hay tallas para varones y para mujeres. Por otro lado, la menor fuerza de las mujeres es compatible con la superioridad en otras características. Me da no sé qué aducir esos razonamientos para tratar de convencer a nuestras filólogas.

José Cuevas redarguye que la palabra anfitrión se deriva directamente del personaje mitológico así llamado. Eso es así por mucho que la utilicen Molière o Plauto en el sentido de "personaje que invita a cenar en su casa". Cedo ante la pasión etimológica y mitológica del de Grado. Si fuera por mi gusto, preferiría la estupenda ambigüedad de la palabra clásica huésped para designar tanto al que invita como al invitado.

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