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domingo, 20 de outubro de 2013

ECHAR UN POLVO








¿Conoces el origen de la expresión ECHAR UN POLVO?
por Góngora Correcciones en Facebook

Como forma vulgar para referirse al acto sexual, es un modismo difícil de determinar. Se apuesta a que proviene de la costumbre de los siglos XVIII y XIX de consumir polvo de tabaco por la burguesía, el cual era aspirado por la nariz provocando estornudos. Para ello, los caballeros que lo consumían en las fiestas y reuniones sociales se retiraban a otra estancia con la intención de "echarse unos polvos en la nariz". Con el tiempo, esa excusa para ausentarse de la reunión comenzó a utilizarse ante los encuentros sexuales con la amante que esperaba al caballero en otra sala. De ahí que, al convertirse en una práctica común, se acabara aplicándose el término IR A ECHAR UN POLVO al acto sexual. Si alguien de la reunión preguntaba por el paradero de los caballeros que faltaban, siempre había alguien que respondía que se había ausentado para "ir a echar un polvo".

EL IDIOMA ESPAÑOL







El español es el segundo idioma que más cantidad de personas hablan en el mundo
Con cerca de 500 millones de personas que lo hablan, el español es la segunda lengua del mundo, solo por detrás del chino, tras una expansión vertiginosa en los últimos años.
La Capital - Argentina


Con cerca de 500 millones de personas que lo hablan, el español es la segunda lengua del mundo, solo por detrás del chino, tras una expansión vertiginosa en los últimos años, según surge de los primeros estudios que se dan a conocer en el marco del VI Congreso Internacional de la Lengua Española, que se iniciará mañana en la ciudad de Panamá, en cuyo desarrollo se abordará el pasado, presente y futuro del libro, así como los desafíos que enfrenta el idioma.

La cita en la pujante metrópoli a orillas del Pacífico tendrá una inauguración de alto vuelo con el premio Nobel de literatura 2010, el peruano Mario Vargas Llosa, junto al escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Asimismo será protagonista la Real Academia Española (RAE), que celebrará sus 300 años velando por el correcto uso de la lengua.

El VI Congreso, bajo el lema "El español en el libro: del Atlántico al Mar del Sur", convocará hasta el miércoles próximo a más de 200 académicos, escritores, directores de bibliotecas nacionales, editores y otros profesionales vinculados con la lengua de Cervantes.

Avance vertiginoso. El idioma español, hace seis años, ocupaba aún el cuarto puesto de las más habladas del mundo. Y ahora mismo se sitúa por delante del inglés. Además, 18 millones de personas lo estudian en el mundo como lengua extranjera.

En internet, donde es la tercera lengua más usada, registró un notable aumento en la última década. Hasta el punto de que en la red social Twitter es ya la segunda lengua más usada, tras el inglés y por delante del portugués y del japonés. En Facebook, que tiene mil millones de cuentas, 80 millones de personas se expresan en español.

Para 2030, la estimación es que el 7,5 por ciento de la población mundial sea hispanohablante. Y "en tres o cuatro generaciones, el diez por ciento de la población mundial se entenderá en español", según Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes y ex director de la Real Academia Española (RAE).

Empuje en EEUU. La lengua de Miguel de Cervantes y de Gabriel García Márquez está viviendo un importante empuje en Estados Unidos. Con unos 50 millones, es el primer país del mundo de habla no española con mayor población hispanohablante. Y no solo eso: se estima que en 2050 superará a México, el país con más hablantes de español.

Es además, con 900.000 alumnos, el idioma extranjero que más se estudia en sus universidades. "Yo he leído todas las obras de Gabriel García Márquez en inglés, mi hija las ha leído en español", decía el ex presidente Bill Clinton ya hace unos años.

Por todo esto el Instituto Cervantes, encargado de difundir el idioma y la cultura española en el mundo, acaba de abrir un observatorio para el estudio del español en la Universidad de Harvard, que quiere convertir en referencia internacional para el análisis prospectivo de la situación de la lengua en Estados Unidos.

China es otro de los países en los que el Instituto Cervantes sigue detenidamente la evolución del español. Frente a los 1.500 del año 2000, en China hay ahora 25.000 universitarios que lo estudian en las 90 universidades que lo imparten y allí ha habido que rechazar un 70 por ciento de las solicitudes de cursos de español por la escasez de profesores cualificados para impartirlos.

El gigante asiático "exporta" estudiantes a 34 universidades hispanoamericanas y 22 españolas que pueden convertirse en el futuro en los profesores de español que hacen falta en ese país.

Pero entre toda esta pasión que despierta en el mundo, se esconde aún un viejo debate sobre la adscripción geográfica de la lengua. El español nació en España, pero con una población de algo más de 47 millones, los hablantes en el país europeo suponen una pequeña parte de los de América latina, donde viven 600 millones de personas.

"El español no es solo de España. Nosotros somos solo la décima parte de los hispanohablantes y por tanto la responsabilidad de la difusión de ese patrimonio corresponde al conjunto de todos los países", señalaba hace unos meses De la Concha.

Dos años después de dejar la dirección de la RAE, donde lo sucedió José Manuel Blecua, el filólogo aterrizó en enero de 2012 en la del Instituto Cervantes, una institución que hace del español una política de Estado que no hacen los países latinoamericanos.

Desde el Cervantes, De la Concha se ha propuesto "compartir el liderazgo de la difusión del español con todos los países hispanohablantes", llevando a cabo un proceso de "iberoamericanización" a través de acuerdos con países e instituciones latinoamericanas.

Poco a poco se avanza en la superación de los viejos esquemas criticados en América latina. Hasta hace relativamente poco, por ejemplo, la RAE se resistió a superar los tiempos del "limpia, pule y da explendor" y a asumir que los españoles no marcan la pauta viva de la lengua, sino que esta es mucho más universal.

La institución, que este año cumple 300 años de vida, ha dado pasos con la publicación, por ejemplo, de la "Nueva Gramática", del "Diccionario de Americanismos" y del "Diccionario Panhispánico de dudas", obras consensuadas con la Asociación de Academias de la Lengua Española, con sede en distintos países.

Y es que a nadie se le escapa ya que la suerte del español se juega en América latina. O como decía hace un tiempo el académico español de la lengua Juan Luis Cebrián: "El castellano del siglo XXI será lo que Latinoamérica decida".

Carlos Guillén. Presidente de Carbures




"El castellano es irrelevante en el mundo de los negocios"

Nacido en Cádiz en 1960, preside Carbures, una de las joyas de la corona aeronáutica española que emplea a 560 personas y facturó en 2012 más de 24 millones de euros.
FEDE DURÁN en Diario de Sevilla - España

-El inglés es el idioma de los negocios, pero ustedes también batallan en China, un país con 1.300 millones de habitantes. ¿Puede el mandarín darle un vuelco algún día al dominio anglo?

-Sin inglés no se puede establecer ningún tipo de acuerdo. Incluso en China se está imponiendo. El peso específico de la economía china, sin embargo, pone de manifiesto que el suyo es un idioma de gran pujanza e interés. Quien hable mandarín allí tiene obviamente una ventaja competitiva frente al inglés o a un traductor. El mandarín abre puertas y es un indicador de competencia profesional.

-¿Y el castellano?

-Ni siquiera en EEUU tiene un peso significativo. Los políticos latinoamericanos con los que me he entrevistado en el Congreso hablan inglés pudiendo hablar español. El castellano es un idioma precioso y con una riqueza gramatical y estructural enorme, lo utilizan muchas personas, pero en el mundo de los negocios es irrelevante.

-¿Cómo acaba un catedrático de Psicología del Trabajo presidiendo una compañía industrial?

-La universidad es la cantera de futuros trabajadores, el lugar al que acuden los jóvenes para enfrentarse al mundo laboral con la debida preparación. Yo siempre les animo a que afronten sus retos de una forma abierta, nada encorsetada, flexible y versátil, con el fin de tomar siempre la mejor decisión posible. Al ser consecuente con lo que predico, aplico esa misma fórmula en mi desempeño profesional.

-De hecho, la semilla de Carbures está en la colaboración universidad-empresa privada, sinergia poco aprovechada en general en España.

-Es algo de lo que estamos especialmente orgullosos. A partir de la Universidad de Cádiz y Airbus hemos logrado construir una compañía como la que ahora tenemos.

-Es un gran especialista en Recursos Humanos. ¿No piensa que se trata de una disciplina descuidada en este país? Las empresas no suelen tratar bien a sus empleados.

-Las personas son el eje fundamental en el desarrollo de cualquier compañía. Es vital atraer y retener el talento; generar una vivencia, una satisfacción laboral que ahora llamamos bienestar psíquico, una integración. No por trabajar mucho se logra el objetivo; hay que reorganizar bien para que esa persona rinda donde tenga que rendir. El modelo de Carbures está basado en la gestión por competencias, que es una labor transversal importante. Todas las personas de esta empresa son evaluadas dos veces al año; se marcan objetivos y se asignan misiones en función de sus competencias. No existe un modelo único de RRHH, hay que adaptarlo a las organizaciones.

-España ni retiene ni atrae talento. La fuga de cerebros es constante. La frustración de quienes se quedan, creciente. Y las tribulaciones de organismos como el CSIC notoriamente conocidas.

-Hay investigadores punteros que se van porque les dan no sólo recursos económicos sino materiales. Es un error grande no cuidar nuestro know how, nuestro core, que es muy productivo... Pero no mezclemos: también hay investigadores encantadísimos que trabajan por 900 euros al mes con una beca y generan una producción científica altísima, igual que en las compañías hay muchísimas personas que ganan mucho y no producen nada. Es un fallo estratégico no tener en cuenta el rendimiento. El dinero claro que juega un papel importante, pero el talento se atrae y conserva no sólo a partir de eso: está el bienestar psicológico del que yo hablaba, el clima laboral, el trabajo en equipo, la función que satisface y hace ser autoeficaz.

-Pagar en especie...

-Están la formación, el desarrollo de la carrera, el teletrabajo. Cuando hablo de atraer y retener hablo de generar implicación con un proyecto: no hay nada mejor que trabajar en algo que se cree que es acertado y donde se aporta un granito de arena al crecimiento de la compañía. Junto a la sensatez de una retribución justa, hay muchos otros valores.

-El inversor huye por definición y sin contemplaciones de la inestabilidad política. ¿Nos perjudica la perspectiva de una posible independencia de Cataluña?

-No me interesa entrar en ese tema. Ni siquiera tengo claro que vaya a existir un proceso de disgregación. Obviando ese matiz, el mercado bursátil apuesta por productos y empresas claramente definidas. En un país con estos temores laborales, ¿cuántos minoristas están invirtiendo sus ahorros en empresas como la nuestra? Eso genera satisfacción y confianza en lo que están haciendo muchas compañías. Hay que apostar por ese esfuerzo combinado. Quien espere a ver qué sucede en los mercados, tendrá pérdidas importantes.

-La fibra de carbono triunfa en la aeronáutica, pero también, desde hace años, en deportes como el ciclismo. ¿Le dan también a ese palo?

-Nuestra planta de Burgo de Osma (Soria) produce cuadros de bicicleta para las primeras marcas internacionales. Es una de las ventajas de acumular más de diez años de experiencia en un sector tan complejo como el aeronáutico. Si podemos hacer aviones, ¿cómo no vamos a ser capaces de fabricar bicicletas o coches?

EGOLANDIA















Egolandia: cuando el imperio del yo es marca de época
Por Fernanda Sandez | Para LA NACION

Es levantar la mirada en el subte, y ver: cada quien con los ojos en su propia pantalla. Hace tiempo ya que Italo Calvino tuvo una visión de todo esto en Tokio, y la contó en su texto Los flippers de la soledad. "Si no fuera por la agresividad cromática y acústica, no nos percataríamos de que se trata de un lugar de diversión al ver a las personas sentadas, cada una frente a su pequeño escaparate como en un lugar de trabajo, los ojos fijos en el centelleo del mecanismo relumbrante, maniobrando los botones con gesto de autómata", anotó. Tres décadas más tarde en ésas seguimos, sólo que ahora la pantalla -y el mundo- se han vuelto más pequeños. Apenas un rectángulo posado en la mano, y esa geometría plagada de "marcas de identidad". Hoy, por lo visto, todo eso que no haya sido previamente procesado por el Yo Estampador ("mi" música, "mis" videos, "mis" contactos, mis, mis, mis) es parte de algún otro redil extraño, y potencialmente peligroso. Por fuera de ese mundo a escala personal, todo parece inquietar, empezando por la mirada ajena. Vamos pues con los ojos puestos en el único espacio "seguro": el nuestro, ese que se controla y se dibuja a gusto, y en donde nada importa tanto como lo propio. "¿En qué estás pensando?", interroga una y otra vez el Oráculo de Facebook, a modo de ciberidishe mame, y uno responde.

Ya en su imprescindible Postdata sobre las sociedades de control, Gilles Deleuze advertía sobre un futuro de "nuevas libertades", pero también "de nuevos mecanismos de control que rivalizan con los más duros encierros". Por eso, en este nuevo escenario en donde el yo se ausculta, interesadísimo, y se vuelve a revisar dentro de un instante, sus palabras se vuelven revelación. Es el minuto a minuto del alma, su rating sentimental. El egosistema depende de eso: de preguntarse, una y otra vez, cómo se siente. Qué tal está. Del todos para uno, al uno para todo, en una apoteosis de la autosuficiencia que Gilles Lipovetsky llama "hiperindividualismo" y en la que reconoce el clímax de lo que se venía gestando desde hace tres décadas. En la misma línea, la antropóloga Paula Sibilia hace notar que "antes calificadas como enfermedades mentales o desvíos patológicos de la normalidad ejemplar, hoy la megalomanía y la excentricidad no parecen disfrutar de esa misma demonización.

En una atmósfera que estimula la hipertrofia del yo hasta el paroxismo, que enaltece y premia el deseo de «ser distinto» y «querer siempre más», son otros los desvaríos que nos hechizan". Y también otras las penas, ya que, como precisa la psicoanalista Patricia Faur, "el costo de esta consagración del yo es un enorme sentimiento de vacío que ha hecho de la depresión la enfermedad del siglo XXI. Vivimos en una sociedad que crea la ilusión de estar hiperconectada, como si ese encuentro virtual los dejara menos solos. Pero en ese encierro dentro del hardware la sexualidad se vuelve virtual, la amistad es un contacto, los olores dejan de existir. Y nada bueno puede derivarse de esto", dice.

Santiago (veinte años, pelo bicolor, tres pantallas a su alrededor a modo de ciberhijitos) no tuvo aún el gusto de leer a Lipovetsky, pero encarna su idea a la perfección. Hete aquí un hiperindividuo: todo en él y su circunstancia (la ropa, la música que suena en sus oídos, la cría de pantallas) lleva su impronta. Tal el mandato: hoy todo puede (y debe) "personalizarse", incluido en esto desde el auto hasta las noticias que recibimos. Experiencias tales como las de Trove (la aplicación de The Washington Post que permite seleccionar sólo las noticias que le interesen al usuario), Livestand (la misma idea, pero desarrollada por Yahoo), Pulse y Flipboard (que permite "tunear" las noticias y leerlas en la IPad) o News.me (un desarrollo parecido impulsado por The New York Times) son apenas distintas versiones de una misma idea: acercarle al lector un espejo informativo. Un mundo sólo para sus ojos.

MUNDOS A MEDIDA

Hace tiempo ya que se habla del siglo pasado como "El siglo del yo". Ése es, de hecho, el título de un maravilloso documental de la BBC en el que la lupa se pone por casi cuatro horas sobre la fundación del sujeto contemporáneo, consumidor antes que ciudadano e insatisfecho antes que cualquier otra cosa. Hace ya tres décadas que Christopher Lasch escribió La cultura del narcisismo y hace tiempo también que el psiquiatra Elías Aboujaoude (autor del libro Virtually You) teorizó sobre la "e-personalidad" o personalidad electrónica, una suerte de invención a la medida de nuestros sueños. Sin embargo, esto es otra cosa. Algo así como el resultado de llevar al yo engendrado por la publicidad y el denominado "marketing uno a uno" hasta la incubadora de Internet. ¿El resultado? Un fenómeno que los psicólogos Jean Twenge y Keith Campbell analizan en el libro La epidemia del narcisismo (una radiografía del Big Bang del ego en el siglo XXI) y los especialistas en marketing, más modestos, resumen en algo llamado "el hiperconsumidor". Entre sus características mencionan la independencia, el egocentrismo, la falta de empatía y una insatisfacción permanente formateada como una nueva "virtud": la exigencia. La vida pues siempre parece deberle algo (empezando por mucha, muchísima atención), y en ese caldo el ego crece y lo invade todo. Por algo, si hace ya rato que la revista Time (en su edición dedicada al Personaje del Año) no tuvo mejor idea que colocar un espejo en su portada, hoy no hay producto ni servicio que no recurra a la "personalización" para vender asesoramiento financiero (estamos en el boom de las "finanzas personales"), comida (hoy todo es "cocina de autor"), candidatos políticos o entretenimiento. Pablo Bendersky, de la firma Quadion (una empresa dedicada a las aplicaciones para móviles), explica al respecto que hoy "la mayor parte de los ingresos que generan los juegos tiene que ver con la customización. Es decir, la posibilidad de dotar a mi avatar del modo que quiera, ponerle un sombrero o un determinado traje. Lo caro no son los juegos, sino la posibilidad de «personalizar» a mi jugador. Y en eso sí se gastan verdaderas fortunas", resalta. "¿Te gusta? Es un conejito", explica feliz de la vida Diana sobre su nueva funda de celular, con dos enormes orejas rosadas. "También tuve uno dorado. Yo siempre necesito cosas diferentes, mías, porque si no, me aburro", explica, con esa contundencia de los 19 años. Sin embargo, se puede escuchar a personas mayores que ella argumentando algo por el estilo aun cuando lo que modifiquen al compás de sus ganas no sea un simple accesorio sino una carrera, una casa. Una vida: el mundo según yo. La cápsula perfecta, el ciberútero que a cada quien contiene y por fuera del cual todo es hostil, imprevisto. Distinto. Tal vez por eso también hoy contamos con una exitosa aplicación llamada Instant Mirror, capaz de convertir todo descanso de pantalla de celular en... un espejo, claro.

TUNEO, LUEGO EXISTO

Vivimos, dice el sociólogo Ulrich Beck, en "sociedades de riesgo", donde nada está garantizado y nadie parece decir la verdad. Y si los gobiernos mienten, las empresas engañan y hasta creencias tan módicas como saber qué es lo que vamos a comer mañana se han vuelto quimera, más vale no quitar la cerca. El discurso del exterior como amenaza y la sospecha como única actitud inteligente no sólo permiten entender a los preppers (los milenaristas norteamericanos que hacen de sus propias casas un búnker, a la espera de alguna variante del Armagedón, no importa si química, atómica o islámica), sino también a estos nuevos comandos de la soledad. Esos a los que la empresa Trendwatching (una consultora de tendencias globales) definió como youniverse. Esto es, "tu universo", mundos a escala personal, donde uno no sólo puede decidir si habrá palmeras, edificios o playas, sino también vivir una vida alternativa, en un cuerpo digital "tuneado" a gusto. Pero ¿alcanza impregnar de uno mismo hasta el último detalle para saber quién se es? Según Graciela Moreschi, médica psiquiatra especializada en vínculos, no. ¿Por qué? "Porque es justamente la mirada del otro la que nos vuelve sujetos. Relacionarse implica todo un esfuerzo adaptativo a través del cual maduramos porque aprendemos a ceder y a negociar. Pero en un mundo narcisista no hay cambio ni crecimiento porque tampoco hay vínculo. El otro es sólo un espejo frente al que lo único que se busca es aprobación", dice.

De hecho, según un reciente estudio de la Universidad de Freie, en Berlín, "se ha demostrado que frente a cada «like», se activan zonas del cerebro que tienen que ver con los mecanismos de recompensa", confirma Alejandro Tortolini, experto en mundos virtuales y docente de la Universidad de San Andrés. Pero hay en el egosistema algo que lo vuelve inestable desde el vamos, y que es -valga la ironía- su falta de ventanas. Vuelto sobre sí, estático y perfecto, sometido a interminables reediciones y "tuneos", es justamente salir a la luz del día lo que lo revela en su trágica de Drácula electrónico: existe a condición de que el otro nunca pase de ser un pulgar hacia arriba o una cara sonriente."¿Por qué uso emoticones? No sé. Porque son más claros. Con las palabras siempre hay confusiones, malentendidos. Con el emoticón no, porque si uno ve una carita feliz, ya sabe que el otro está feliz. Entonces le manda otra carita y todo el mundo contento", declara Javier, parafraseando a Aldous Huxley, pero también dando cuenta de por qué hoy -separado, padre de dos hijos y con más de cuarenta años- todavía sigue espolvoreando sus mensajes con dibujos de animales furiosos, felices o tristes. También para Guillermo Tragant, director creativo de su propia agencia de publicidad y conocedor como pocos del mundo de las marcas, éstos son buenos tiempos. "Donde algunos ven el mito de Narciso, yo veo un momento de reflexión, dispersión y funcionalidad. La tecnología es buena amiga, hoy el poder del usuario es surreal y las buenas marcas están atentas a eso; escuchan y se crea un ida y vuelta muy rico. Las marcas buscan cada vez más comunicarse con sus clientes mediante voces personalizadas, identificando nichos o creando niveles de comunicación en los que el mensaje se va destilando. Y eso es bueno", asegura.

YO, MI, ME, CONMIGO

Cada noche, a las nueve en punto, una bandeja repleta de comida aterriza frente a la puerta del cuarto. Cada noche, a las nueve y cinco, la bandeja desaparece. Reaparecerá -vacía- a eso de las nueve y media. Del otro lado de la puerta de la habitación está el hijo de la mujer que trae la bandeja. Pero madre e hijo no se ven desde hace cuatro años, cuando el chico (por entonces a punto de rendir los exámenes para entrar a la universidad) simplemente colapsó. Desde entonces, vive encerrado en su habitación y su único contacto con el mundo son su computadora y esa bandeja puntual. En Japón se los conoce como hikikomori ("apartados de la sociedad") y son más de un millón de adolescentes y jóvenes, por lo general primogénitos varones, esos sobre los que las expectativas familiares caen como un tronco sobre el gong y así los dejan: solos y vibrando.

¿Adónde van entonces los que simplemente no pueden responder a la demanda social de un yo que brille hasta enceguecer? Hacia adentro, hacia ese último reino de lo privado. El sueño del cuarto propio, pero ya no en versión Virginia Woolf, sino en modo siniestro: afuera está el mal; adentro estoy yo. Y mis pantallas y videojuegos. Tal vez por eso hay también quienes ven en los hikikomori algo así como la versión (extrema y animé) de eso en lo que todos, llegado el caso, podríamos llegar a convertirnos. De eso en lo que todos, quizá, ya estamos en camino de convertirnos. ¿Será acaso el derrame del yo un modo de controlar -en la sociedad del riesgo- el mayor de todos los peligros: que otro descubra nuestra humanidad, nuestras zonas débiles, nuestros "defectos de fabricación"? Para la antropóloga e investigadora Rosalía Winocur no cabe duda, y es precisamente eso lo que reside en el fondo del "boom móvil". Esto es, que en un planeta con 8000 millones de humanos haya hoy 10.000 millones de celulares. Ergo, más dispositivos que gente. Según Winocur, el cordón umbilical afectivo que crea el aparato entre nosotros y nuestros seres queridos es lo que explica su crecimiento monstruoso. "Este aparato se volvió clave para mantener la cohesión imaginaria de los espacios seguros donde habitan nuestras certezas, porque nos permite exorcizar los fantasmas de la otredad", anota. También para Moreschi la pasión por aferrarse a lo propio (después de todo, tal vez no sea casual que la aprobación se represente con un pulgar en alto idéntico a ese que chupan todos los bebes) y exaltarlo, y hacer del "yo mismo" una marca, no revela más que una incurable soledad. O, parafraseando a Deleuze, exhibe hasta qué punto los nuevos mecanismos de control nada tienen que envidar a los más duros encierros..

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