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quinta-feira, 14 de novembro de 2013

EL ESPAÑOL, SIN DUDA

JESÚS GARCÍA CALERO en ABC - MADRID

El Instituto Cervantes edita un libro con los 500 errores más frecuentes de nuestra lengua
El español, sin duda
El español es la lengua que compartimos, en la que pensamos y dialogamos, en la que juramos y discutimos, en la que nos equivocamos. La corriente de la consciencia de 500 millones de personas fluye en este idioma que, según tantos indicios, cada día cuidamos menos. Nadamos en esa corriente y con nosotros fluyen nuestras dudas.


Tantas dudas como hablantes o más. Para todos se ha creado una guía muy útil en el Instituto Cervantes, publicada por Espasa. Resume en 500 casos muchos millones de consultas frecuentes, de tropiezos y trabalenguas en los que caemos a menudo. El que tiene boca se equivoca y el que tiene Twitter no digamos.

No maltrate el español

Saber si en los SMS se permiten faltas de ortografía, o abreviaturas sin puntos, poder consultar de un vistazo todas las dudas, ordenadas a tal efecto, es el fin de este libro. Aunque también es un gusto hojearlo (y ojearlo, a la caza de nuestros propios errores) .

En el acto, que tuvo lugar ayer en el Instituto Cervantes de Madrid, se presentó el volumen «Las 500 dudas más frecuentes del español», un volumen que da continuidad al publicado el pasado año: «El libro del español correcto». Pero para Víctor García de la Concha,director del Cervantes, habría que dar un paso más y emprender una campaña: «No maltrate el español. Hable y escriba bien».

Durante la presentación del texto dirigido por Florentino Paredes y en el que han colaborado Salvador Álvaro García y Luna Paredes Zurdo, De la Concha se refirió al Cervantes como la «casa del bien hablar y bien escribir» y señaló que los institutos «están en la calle de muchos países. Se trata de enseñar un español correcto pero muy vivo».

El esfuerzo de resumir las infinitas dudas en las 500 más habituales ha sido ímprobo. «Dudar es comenzar a acertar», dicen sus responsables, y el libro pretende responder a «esas dudas que todos tenemos y que es importante que tengamos». La tecnología ha sometido a nueva presión al idioma, ya que nos comunicamos en cada vez más plataformas. Como consecuencia, en los últimos años internet y el uso de los teléfonos móviles han acelerado el proceso de mutación y han traído consigo numerosos cambios significativos, variando la forma en la que nos comunicamos. El lenguaje está más vivo que nunca y las dudas son un mar cada vez más inmenso. Este libro permite navegarlo.

Rigor y claridad son las virtudes buscadas y a buen seguro logradas en el proyecto: es «fácilmente legible evitando los tecnicismos gramaticales» y es actual, «ya que se ajusta a lo que hoy es la norma, que se va transformando con el paso del tiempo». Por eso tiene tres apéndices sobre la bibliografía utilizada, un índice de dudas y un índice de palabras, expresiones y materias. Todo ello ayudará a una mejor utilización del español en el que es imprescindible, en opinión del director del Instituto Cervantes, la lectura.

Pero no se aprende a hablar bien leyendo tratados, por más que ayuden. De lo que se trata es de aprender leyendo. Y en eso, García de la Concha reconoce que España, al menos, no lo está haciendo bien. Cada día llegan estudiantes más incapacitados para la expresión y el raciocinio a la Universidad. Hablemos bien.

García de la Concha: «Todos somos unos deslenguados»

–¿Cuáles son los errores más comunes?
–Depende. Unos se hacen comunes en una época. Otros desaparecen. Hay cosas que empiezan siendo errores y al final dejan de serlo. Álgido es frío desde el punto de vista léxico y ya todos lo entendemos como el punto candente. Casi todo el mundo dice «de este agua no beberé», en lugar de «de esta agua…» que es lo correcto.
–¿Y los medios somos culpables?
–Basta que, en un programa del corazón alguien haya dicho «punto y final» para que todo el mundo lo repita.
–¿Qué fue del dequeísmo?
–Pues hubo una época en la que todo el mundo era dequeísta, y ahora ha decaído hasta el extremo de que la mayoría es queísta. Cada gazapo va evolucionando, porque la norma es cambiante
–Pero la fija la Academia.
–La norma la hace el pueblo. Porque el lenguaje es dominio del pueblo y el uso es el que hace que una cosa sea considerada más o menos correcta.
–¿Hay alguien que no cometa errores?
–Sería alguien bastante intratable.
–¿Y Víctor García de la Concha? ¿Cuál fue su último error, o duda?
–El otro día estaba escribiendo y dudé si «a gusto» era junto o separado. Primero pregunté a la secretaria y ella tampoco estaba segura, así que fuimos al diccionario los dos para resolverlo. La duda surge de la manera más estúpida.
–Usted dice que usamos un español zarrapastroso...
–Lo dije el año pasado y ha tenido mucho eco. Estamos en una etapa de poco cuidado de la lengua. Tendríamos que hacer una campaña: «No maltrate usted el español, hable bien y escriba bien». Lo maltratamos. Todos sabemos que no es lo mismo hablar coloquialmente que en un discurso, pero lo que está ocurriendo es que el lenguaje conversacional se ha deslenguado. Somos todos unos deslenguados. La vida social comportaba condicionamientos antes. Hoy una chica de 14 o 16 habla como un carretero. Con el respeto que merecen los carreteros que era una profesión muy digna, pero trabajaban con las bestias y no las decían: «Caballo, adelante por favor».
–¿No es de temer la fragmentación que provoca el SMS y el Twitter?
–Le tengo menos miedo, es un lenguaje convencional. La escritura nació con abreviaturas porque el espacio era poco...
–Sí, el español nació en los márgenes, con las glosas.
–Sí, y aprovechaba la abreviatura para ganar espacio a la comunicación.
–¿Pero es culpa de los periodistas?
–Los periodistas son profesionales del lenguaje que no son muy proclives a cometer errores, lo que ocurre es que cuando los cometen son mucho más evidentes.
–¿Echa en falta «El dardo en la palabra», aquellos artículos de Lázaro Carreter?
–Marcaron una época. Pero muchos de aquellos pecados son hoy virtudes.
–¿No es un dardazo este libro?
–No, es un libro que invita a repensar.
–Un ciudadano que habla peor…
–Es menos libre y está empobrecido. La riqueza lingüística de la persona no va al terreno de ser erudito, se trata de un problema que afecta al ser. Es que somos lengua y si nuestra lengua se degrada, se degrada nuestro ser. ¡Se degrada nuestro ser! Nuestra capacidad de pensar, enjuiciar, defender, reclamar...

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