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domingo, 6 de outubro de 2013

PARAISO GALLEGO




¿Es Brasil el paraíso gallego?
El despegue de la economía y las oportunidades generadas por el Mundial 2014 y los Juegos del 2016 han sumado los actractivos del clima, las playas, el fútbol y la samba. Muchos gallegos han encontrado en Brasil el destino ideal para empezar una nueva vida dedicándose a lo suyo.
CIDÀ ALVES en La Voz de Galicia.

Ya ha pasado el tiempo en que se recordaba Brasil solamente por su clima tropical, sus playas, la samba y el fútbol. En los últimos años, se han sumado a los atractivos del país sudamericano el despegue de la economía y las oportunidades de negocio generadas por ser el país receptor del Mundial del 2014 y los Juegos del 2016.
Esto, sumado a la crisis europea, y sobre todo española, ha elevado Brasil a destino ideal para españoles ?y, por supuesto, gallegos? decididos a hacer las maletas. Este éxodo está reflejado en los datos recientes del Ministerio de Trabajo brasileño. El número de concesiones de visado de trabajo temporal para españoles en el primer semestre del 2013 ya es el doble del mismo período del año pasado. Además, los españoles son la segunda nacionalidad con más contratos de trabajo permanentes en Brasil, detrás de los portugueses.
Los principales destinos de los gallegos que son Río de Janeiro y la metrópoli de São Paulo, centro económico del país. En estas dos ciudades de millones de habitantes, los gallegos han encontrado en la acogida brasileña el apoyo contra la distancia de la familia y amigos. A la vez, también han tenido que hacer frente al sistema burocrático brasileño, aún más complejo para los extranjeros, y a los contrastes sociales, como la pobreza y la violencia urbana. Pero al final, todos están de acuerdo en que el viaje, con sus experiencias buenas y malas, ha merecido la pena. «Me siento muy a gusto en el país», afirma la gallega Elena Arias, que hoy es madre de dos brasileirinhos.
«Brasil no es para venir a buscar trabajo de la nada»
Elena Arias Lorenzo. 38 años, hace 3 que vive en Brasil. La decisión de marcharse a Brasil fue más personal que profesional para la ourensana Elena Arias. Ella vino acompañando a su marido, que trabaja para una empresa española del sector energético, y aquí tuvo a sus hijos. Vive en Río de Janeiro con su familia, y asegura sentirse contenta con el cambio. «Me siento muy a gusto, sobre todo por la gente que es muy agradable y abierta».
Elena llegó en enero del 2010, sin posibilidad de trabajar, ya que su visado era dependiente del de su marido. Empezó entonces una batalla con la burocracia brasileña, lenta y compleja sobre todo para los extranjeros. «Desconocía que la legislación laboral brasileña era tan restrictiva», aclara. Con los hijos nacidos en Brasil, Elena comenzó los trámites para el visado permanente y ahora ya dispone de su carteira de trabalho, el documento necesario para ser contratada por las empresas del país. «Me ha costado mucho empezar, sin embargo, poco a poco voy viendo resultados y cada vez tengo más proyectos». Actualmente se dedica a la consultoría independiente y realiza estudios de mercado para empresas españolas con interés en el país, además de realizar proyectos de asesoría lingüística y traducciones del portugués al español.
Las dificultades, sin embargo, no son razón para desanimar a los gallegos dispuestos a hacer el viaje. «El mercado laboral brasileño tiene muchas oportunidades. Hay mucha oferta de puestos de trabajo para mano de obra cualificada y con salarios muy buenos». Pero hay que considerar que vivir en grandes ciudades como Río y Sao Paulo implica un alto nivel de vida y para los trabajos sin formación superior, el sueldo base es menor que el español.
Sin visado de trabajo se hace casi imposible para un extranjero tener un contrato en una empresa local. O bien lo contrata desde España alguna empresa española, como expatriado, o bien una empresa brasileña lo hace. «Pero en este caso ella debe tramitar tu visado de trabajo y justificar que tiene un interés profesional por ti lo suficientemente grande como para no poder contratar a un trabajador brasileño», cuenta Elena, y añade: «No es un país para venir a buscar trabajo de la nada. O vienes con contrato desde España o bien dispones de visado y un perfil profesional muy cualificado para que puedan contratarte aquí».
«Puedes llegar a cobrar el doble que en Galicia»
Carlos Fernández Vilachá 28 años y uno viviendo en Brasil. Cuando ingresó en el programa del Instituto Español de Comercio Exterior, el ourensán Carlos Fernández podría haber elegido cualquier país donde hubiera oficinas de la institución para trabajar. No dudó en elegir Brasil, donde había estado en el 2011 de vacaciones. «Brasil es el primer país que viene a la cabeza cuando uno piensa en irse a Sudamérica», dice, para añadir que México también está entre las economías más importantes para España al otro lado del Atlántico.
Con su primera visita, a Salvador de Bahía, Carlos había superado el choque inicial que la desigualdad del país suele causar a los europeos. Para trabajar en la oficina de comercio exterior, tenía dos opciones de ciudades: la gran metrópoli de São Paulo ?donde viven más de 11 millones de personas? o la capital del país, Brasilia, ubicada en el interior. «Elegí São Paulo porque soy una persona muy urbana y también porque aquí hay más oportunidades de trabajo y opciones de ocio».
Desde septiembre del 2012, Carlos actúa asesorando a las empresas españolas interesadas en establecerse en Brasil. De los mercados más atractivos para inversiones, Carlos destaca la construcción civil, infraestructuras y energía sostenible: «Con ese escenario, el mercado es muy interesante para los extranjeros con perfil profesional técnico, como ingenieros e informáticos. En esas áreas es posible cobrar hasta el doble que en Galicia»
Por actuar como personal diplomático, Carlos no tuvo muchos problemas con los papeles, pero es solidario con las dificultades de algunos amigos. «Por eso muchos gallegos pueden frustrarse y buscar trabajo en otros países como Colombia o Chile. No tienen las mismas oportunidades que Brasil, pero son más receptivos a los profesionales extranjeros».
Pese a los problemas burocráticos, Carlos afirma que el número de solicitudes de visado en la embajada de españoles que quieren venir a Brasil no hace más que crecer. «De mi generación, muchos o ya han venido o piensan en venir». Él sugiere que los que sueñan en cruzar el charco para tierras brasileñas que intenten hacerlo como estudiante, en programas de estudios o proyectos, lo que puede facilitar las experiencias profesionales.
Sobre su futuro en Brasil, aún no ha hecho muchos planes. «Estaré hasta el fin del 2013, pero si encuentro algún proyecto interesante, me quedaré».
«Me maravilla el modo de los brasileños de vivir la vida»
Paula Sanmartín Juncal. 35 años, hace 7 que vive en Brasil. Cuando hizo las maletas para irse a vivir en Brasil, la actriz Paula Sanmartín estaba realizando un sueño de niña. Por fin conocería el país que idealizaba y del cual quería formar parte. La curiosidad por esa tierra lejana tiene relación con la historia de su familia, que emigró para Brasil en el primer éxodo gallego. Su tío se casó con una brasileña. «Ella me hizo soñar con Brasil desde niña. En el 2006, vine a vivir a Río para abrir mis horizontes como artista, además de entender mejor la historia familiar», cuenta. Al principio, Paula tenía una beca de estudios, pero no tardó en buscar trabajos artísticos en la ciudad donde nació la Bossa Nova. «De danza y teatro no encontré exactamente lo que buscaba, pero encontré otras que no esperaba, como el modo de los brasileños de vivir la vida, me maravilla». Paula destaca que el país tiene «un flujo energético exuberante y fuerte». «Brasil despertó mi lado de antropóloga; fue lo que me hizo quedarme en Río y poner en segundo plano mi expresión artística», dice.
Hoy en día, tiene una variedad de proyectos. El principal es el Ciborgue Moreno, un dúo de música eletrokitch en el que Paula es la cantante. También ha hecho algunos trabajos como actriz en la televisión y teatro. «Para pagar los gastos soy educadora de arte en distintas instituciones, donde utilizo el teatro para enseñar a los niños español». Por su trabajo como educadora, cree que cobra más de lo que cobraría en Galicia. Sin embargo, los cachés artísticos no son tan buenos como en Europa.
Para ella lo más difícil fue acostumbrarse al clima tropical. «Mi organismo tardó mucho en adaptarse. También me resultó difícil aprender a convivir con la inseguridad y con el hecho de que esa es una sociedad más violenta», apunta. Y valora la calidad de vida que hay en Galicia. Por eso ve normal que la gente busque empleo en otros países, pero cuestiona los eternos éxodos en busca del trabajo. «¿Nuestras maletas no habrán sido hechas y deshechas demasiadas veces por ir detrás de empleo? Quizás sea el momento de luchar por lo nuestro y hacer las maletas solamente para disfrutar del viaje».

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