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quinta-feira, 24 de outubro de 2013

LA LENGUA VIVA



Consultorio sentimental
Amando de Miguel en Libertad Digital-España


En este caso los sentimientos son los que se revelan en el habla. Los libertarios se plantean algunas dudas que yo procuro resolver como Dios me da a entender. Supongo que la RAE lo haría con pleno conocimiento, pero en esta seccioncilla lo suplimos con la opinión de los libertarios y una pizca de sentido común.

Jorge González y Argüelles de Miranda deja caer que lo de oriundez (= calidad de oriundo) le suena raro. Será así, pero es palabra admitida en la buena sociedad. Alude don Jorge a la sabrosa anécdota de José Solís Ruiz ("la sonrisa del régimen" franquista) cuando le dijeron que era egabrense. La historia completa es que preguntó el ministro a Adolfo Muñoz Alonso por la utilidad del latín en la enseñanza. El catedrático le contesto: "Si no fuera por el latín, a ti, que eres de Cabra, no te llamarían egabrense". Don Jorge observa la lentitud con que se producen algunos cambios en las normas del lenguaje. Cita, por ejemplo, el adverbio solo, que desde 2010 se puede escribir tranquilamente sin tilde. Yo lo llevo escribiendo así desde hace varios lustros. Añado que, por lo mismo, son muchas las personas cultas que siguen poniendo tilde a aquellos. Nunca la llevó. Un consejo de estilo: trate de evitar aquel y aquellos. Son términos difusos.

Rafael Sánchez (desde El Salvador) se pregunta si el concepto de honor, de ser honorable, se puede reputar de las instituciones, no solo de las personas físicas. Al menos en España hay una tendencia a esa ampliación. Lo cual significa una alteración notable del Derecho Penal, pero habrá que admitirla. Otra duda de don Rafael es qué hacer con las palabras que empiezan con una s líquida. Son voces que provienen de otros idiomas, por ejemplo, Spanish. Dado que en español carecemos de ese sonido, se nos hace difícil su pronunciación. Así que tenemos que ser tolerantes cuando decimos "espanish" o "espagueti". No es ignorancia; es cosa del aparato fonador de los hispanohablantes, modelado por siglos de cultura. Es la misma que nos ha provisto de la capacidad para pronunciar la r doble o la j con toda su fuerza.

GMoya trata de educar a su sobrino (noble tarea la del nepotismo, dicho en sentido literal) con el texto de la Constitución vigente. Se tropieza con una frase del art. 17 que dice así: "La ley regulará un procedimiento de habeas corpus para producir la inmediata puesta a disposición judicial de toda persona detenida ilegalmente". Don GMoya añade este escolio: "¿No sería más justo decir que toda persona detenida ilegalmente ha de ser puesta en libertad y compensada?". Desde luego. El constituyente se ha hecho un lío. El habeas corpus es un procedimiento para que los detenidos legalmente no estén más un tiempo prudencial (72 horas) en manos de la policía y pasen a disposición de los jueces. Es lástima que el texto constitucional (a pesar de las correcciones que introdujo C. J. Cela) no pueda servir de modelo de redacción para los escolares.

El atribulado Gabriel Ter-Sakarian Arambarri me reprocha mi condescendencia con algunas confusiones en el habla cotidiana. Por ejemplo, "escuchar y oír, oír y entender, ver y mirar, pedir y preguntar". Hombre, mi antiguo alumno me sobreestima. Carezco de autoridad para imponer sanciones lingüísticas ni nada parecido. Certifico los usos del habla y, en todo caso, hago notar las incongruencias (que no inconsistencias) de sentido. Si procede, señalo el ridículo cuando el hablante o escribiente está en el machito. La intención pedagógica no llega más allá del cuerpo de fieles lectores de Libertad Digital, tan informados y curiosos. De paso repetiré que me encocora lo de "escuchar" en lugar de "oír" los programas de la radio o la tele. Podríamos añadir la simpática confusión de los catalanes entre ir y venir, o de quitar y sacar.

Lorenzo Martínez y Elías-Florentino Sanz Marcos (cada uno por su lado) consideran que la locución "en olor de multitud" es una reciente corrupción de "en loor de multitud". Seguramente se deriva confusamente de "en olor de santidad” (por el carácter incorrupto de algunos cadáveres de santos). No es así. “En olor de multitud” se ha dicho muchas veces desde la Edad Media, antes incluso que “en olor de santidad”. Es una traducción de la Biblia y se presta a algunas variaciones legítimas. No hace falta suponer que “la multitud huele mal”, pues la expresión dicha es analógica. El error procede de la interpretación que en su día dio a esa locución Fernando Lázaro Carreter. Pero es que hasta algunas veces dormitaba Homero. Como siempre, lo condenable es la reiteración cansina de esa locución “en olor de multitud”. La versión “en loor de multitud” es contemporánea y malamente sustituye a “en olor de multitud”.

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