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segunda-feira, 16 de setembro de 2013

LA LENGUA VIVA







La afición a las palabras raras
Amando de Miguel


Habría que encontrar un nuevo término para describir la extraña afición a las palabras raras. Propongo logometecofilia, sonoro y sesquipedálico donde los haya. Pero estoy abierto a nuevas sugerencias. Desde luego yo formo parte de esa innominada guilda. Agustín Fuentes es otro miembro fundador de la asociación. Ahora anda empeñado en buscar las referencias a la palabra asomatognosia. Según sus averiguaciones, las pocas veces en que se ha empleado en público ha sido con sentidos algo distintos. Así, Javier Tusell la aplica a la política para convenir que significa "ignorancia de la situación parlamentaria para poder sobrevivir". Miguel Ángel Liso la hace equivaler a la "incapacidad de reconocer la realidad en que se vive". Como queda dicho, la palabreja la lanzó al ruedo Laureano López Rodó en una entrevista memorable con Salvador Pániker. Me temo que todo fue una broma del ministro del Plan de Desarrollo en connivencia con Pániker. De paso, don Agustín me corrige el uso que hago de apoptosis (otra palabra rara) como equivalente del cáncer. No es así. Tiene razón don Agustín. La apoptosis es la muerte programada de las células. El cáncer consiste precisamente en que no funciona bien la apoptosis y las células se niegan a morir. ¿Se podría hablar, por extensión, de un comportamiento apoptótico?

José Cuevas investiga el origen y vicisitudes de la palabra bandarra. En el uso corriente (más frecuente en Cataluña) equivale a "vago, golfo, pendenciero". Don José (como buen detective) ha trazado el origen de ese extraño término. En 1578 tuvo lugar la batalla de Alcazarquivir, en la que se dio por desaparecido al Rey don Sebastián de Portugal. De ahí nació el sebastianismo, la añoranza de un líder político, un mesías que alguna vez aparecerá. Pues bien, el inventor del sebastianismo fue un tal Antonio Gonzalves Bandarra, conocido por su segundo apellido, como suelen hacer los portugueses. El suceso inspiró a José Zorrilla el drama Traidor, inconfeso y mártir. Lo que no me aclara el asturiano es cómo pasó bandarra de la literatura al lenguaje coloquial. Añado que en el catalán clásico (del siglo XIX) bandarra es tanto como puta. Pero hoy se emplea como masculino. Para mí cumple la condición de ese sonido rr que tan apto es como término despreciativo o insultante. Por ejemplo: marrón, bicharrajo, jugarreta, cagarruta, borrego, marrano, perra, morro, zarrapastroso, zorra. Las dos últimas voces juntan dos sonidos con la misma función despectiva: z. Un consejo práctico es que, si quieren ustedes inventar un nuevo insulto, traten de combinar los sonidos z y rr.

Las palabras científicas siguen siendo raras para los profanos. Fernando Beltrán me corrige: "La inercia no es una fuerza, es la tendencia de los cuerpos a mantener su estado de reposo o movimiento". Pero el sentido común me dice que esa tendencia no puede ser más que una fuerza, aunque solo sea la que contrarresta otra tan suprema como la de la gravedad. Pero me pierdo en la ignorancia.

J. Martínez matiza que la inercia es "la resistencia al cambio". Ahora se ha puesto de moda otra palabra aún más rara para eso mismo: la resiliencia. Es propiamente la resistencia al cambio adverso para volver al punto de partida.

Jesús García Castrillo se apunta al concurso de topónimos eufónicos. Propone Murias de Rechivaldo, una localidad cercana a Castrillo de los Polvazares, en la que se desarrolla una novela inédita de don Jesús.

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