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sábado, 15 de junho de 2013

LEER

Padres e hijos: compartiendo espacios de diálogo a través de la lectura
Por Rocío Brescia, especialista de Fundación Leer, (www.leer.org).

En todo proceso de promoción de la lectura, que tiene como fin generar que los chicos sean lectores autónomos, hay acciones que son llevadas a cabo por diferentes actores, por ejemplo, la escuela, que tiene un rol sustancial pero no es el único. La familia es otra parte fundamental, sobre todo, porque allí comienzan las actividades de lectura antes que los chicos ingresen al nivel inicial.

Los papás tienen diferentes espacios de intervención para promocionar la lectura y la alfabetización y quizás no son necesariamente aquellos vinculados con el libro. Hay muchas veces que los papás comparten con los chicos espacios como mirar una película, incluso jugar juegos electrónicos. Todos aquellos espacios en donde se comparte con los chicos alguna actividad de entretenimiento, habilitan la intervención del adulto que va más allá de aquello a lo que se está jugando.

A veces es un juego, otras veces una salida, por ejemplo, ir a la librería. Ésta última tiene que ser una actividad interesante, no es solamente ir a comprar un libro, más bien debería ser encarada como una visita cultural. En general, las librerías hoy disponen de lugares en los que uno se puede poner cómodo, sentarse con los chicos, preguntarles, leer las contratapas con ellos. Esas son instancias que hay que aprovecharlas para dialogar.

Solemos encontrar que algunas prácticas están atravesadas por ciertas representaciones culturales un poco complicadas, por ejemplo, el cuento a la hora de ir a dormir. Muchas veces, queda relegado a las mamás o a las figuras femeninas y es importante que los papás también asuman ese rol. Leer un libro a los chicos antes de dormir es una experiencia maravillosa porque, sobre todo, se está generando un hábito. A veces, los papás delegan en las mamás estás tareas como si fueran tarea exclusivamente femeninas y en realidad pertenecen a los adultos en general ya que cada persona pueda aportar algo distinto.

Es interesante que todos podamos ofrecer espacios de intervención, los tíos, los abuelos, la mamá y el papá. Cada uno tiene su rol y puede construir con los chicos otros diálogos haciendo de esto algo enriquecedor. No es lo mismo el diálogo de una lectura con mamá que el diálogo de una lectura con papá.

Todo espacio con los chicos es un espacio de diálogo. Allí hay lugar para la promoción de la lectura, del relato, de experiencias, de aprender a escuchar y hablar. Los viajes, todos aquellos escenarios de cierta intimidad entre el niño y el adulto, son un espacio para dialogar y escuchar, sobre todo, darle la posibilidad a los chicos de que hablen, que pregunten, de escucharlos. Y de alguna manera, todo esto va forjando un valor sobre el contar, sobre la palabra que los acompañará durante toda su vida.

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