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segunda-feira, 17 de junho de 2013

Las palabras y sus motivos



Por María Luisa García Moreno

No sé si se te ha ocurrido pensar por qué damos ese nombre y no otro a un objeto o fenómeno determinado. Sin embargo, resulta un tema interesante. En la formación de las diferentes palabras ocurren procesos curiosos; a veces una metáfora, a veces la asociación con un nombre, a veces…

Por ejemplo, la palabra alumno, que es de origen latino y surgió alrededor de 1605, significa persona criada por otra y se deriva de alere que, a su vez, significa alimentar, en clara referencia al alimento espiritual que recibe el intelecto humano en el proceso de enseñanza-aprendizaje: toda una metáfora, es decir, la traslación del sentido de la palabra alimento, bien concreta, al plano de la espiritualidad.

De igual modo, el término soldado procede propiamente de sueldo, del latín sôlîdus, moneda, y va unido a los primeros intentos de institucionalización de los ejércitos; posteriormente, en la Edad Media la palabra, sueldo, pasó a significar paga del soldado o soldada y más adelante, salario en general, como lo entendemos hoy.

Otro término de origen curioso es mayonesa. Resulta que una de las primeras victorias del ejército francés contra los ingleses, durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763), fue la conquista de la isla de Menorca, en las Baleares. Por entonces, esta isla —hoy parte de una comunidad autónoma española, junto a Mallorca, Ibiza y otras— estaba en manos de Inglaterra desde 1708, cuando los británicos se la habían arrebatado a los españoles. Durante esa guerra, el 17 de abril de 1756, en Menorca, los vigías ingleses detectaron en la lejanía, la presencia de 197 velas: era la flota francesa, con su buque insignia, el Foudroyant, donde se hallaba el cardenal y político francés Louis François Armand Vignerot du Plessis, duque de Richelieu (1696-1788), comandante de las fuerzas de desembarco.

Una vez conquistada la isla, el cardenal de Richelieu gustó en Maó o Mahón, la capital de Menorca, una salsa que los nativos usaban para sazonar el pescado, y que se hacía con aceite de oliva y yemas de huevo batidas. Encantado con el exquisito sabor de aquella salsa, la llevó a París, donde se puso de moda como sauce mahonnaise, salsa de Mahón. Pronto fue afamada en el mundo entero y en los países hispanohablantes se le conoce como salsa mayonesa o mahonesa. Curioso ¿verdad?

De igual forma, tú conoces otras palabras que proceden de nombres propios como palestra, mentor, narcisismo, hermetismo, pírrico, agramontino…

Así ves que las palabras de nuestro idioma tienen no solo orígenes diversos, sino que además responden a asociaciones curiosas que les sirvieron de motivo.

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