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segunda-feira, 3 de junho de 2013

La Real Academia cumple 300 años



Redacción: redaccion@laprensa.hn
La RAE, creada el 3 de agosto de 1713, llega a tres siglos de vida potenciando la unidad del idioma español.

Decía el escritor Fernando Pessoa que la ortografía también es gente y la Real Academia Española cumple 300 años el próximo agosto abierta a la lengua del siglo XXI y a las redes sociales en su objetivo de preservar la unidad y que se entiendan los más de 450 millones de personas que hablan el español.
Las cifras cantan: más de dos millones de consultas diarias en su web (www.rae.es) y más de 300 mil seguidores en Twitter. La Real Academia celebrará el cumpleaños con una gran exposición y una nueva edición del Diccionario, que tendrá palabras nuevas, algún acento menos -guion, truhan, fie- y las letras “ye” y “b baja” americanas, que también podrán seguir siendo “y griega” y “uve”.
Y aprovechará el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, que será en octubre en Panamá, para festejar el tricentenario con las otras 21 Academias de la Lengua Española, con las que trabaja en pie de igualdad desde hace años en las obras que expresan la unidad del idioma en su rica variedad: el Diccionario, la Gramática y la Ortografía.
Limpia, fija y da esplendor
“El lema de la RAE -explica su director, José Manuel Blecua-, debatido por los académicos fundadores con mucha pasión, y elegido entre otras propuestas que barajaron en sus primeras sesiones, responde a las nobles intenciones de quienes emprendieron esta misión en 1713.
Más que el lema -añade-, que conviene conservar por tradición y por respeto, importa el propósito, que no ha cambiado sustancialmente desde entonces: preservar la unidad de la lengua y ofrecer un servicio público, a través de nuestras obras y actividades, a los ciudadanos, a los hispanohablantes de todo el mundo, que ya supera los 450 millones”.
¿Diccionario?, ¿o mejor la web o un tuit? Los dos medios le sirven a la Academia para intentar que la lengua no se convierta en una Babel.
“Internet es un medio utilísimo para la difusión de la lengua en general y para nuestro trabajo académico en particular, un gran avance en todos los órdenes. Lo mismo cabe decir de las redes sociales. Cita usted Twitter, en donde la Academia ha superado ya los 300 mil seguidores. Es un canal que nos permite, tanto responder a las consultas lingüísticas de los hispanohablantes, como facilitar información institucional sobre las actividades de la corporación”.
Recomienda, no obliga
Atrás han quedado los años en que la Academia se percibía como una casa vetusta. Tanto, que Rafael Alberti y otros escritores decían a bombo y platillo que nunca entrarían en ella.
Y García Márquez revolucionaba todavía más cuando, en 1997, en el Congreso de la Lengua de Zacatecas, México, aseguraba que la Academia imponía una ortografía que era “terror del ser humano desde la cuna”.
Pocos o ninguno le apoyó. Álvaro Mutis consideró muy simpático y muy típico del premio Nobel pretender una libertad imposible, porque sería un idioma muy difícil de hablar. “Nos veremos en el 3,000”, dijo entonces García Márquez, que pidió la desaparición de las haches “h” recalcitrantes”.
La última ortografía incluye una serie de normas como “recomendaciones” no obligatorias. ¿Es ahora más flexible la Real Academia Española?
“La Academia -dice su director- procura ser coherente y rigurosa con la norma, que también ha de tener en cuenta los usos de los hablantes, la realidad de la lengua. Las modificaciones de la última Ortografía, una obra muy completa y razonada, no son realmente tantas, pero el simple cambio de una tilde, que no es caprichosa, provoca intensos debates”.
La educación primaria
No cree José Manuel Blecua que cada vez se hable peor.
“No creo que sea así -afirma-. Las lenguas cambian, evolucionan, algunas hasta mueren. Tal vez la única diferencia con otras épocas es que ahora las transformaciones son más rápidas y tienen carácter casi universal. Las redes sociales han favorecido la escritura, practicada por millones de personas: nunca se había escrito tanto como ahora. Es lógico que, con cifras tan elevadas, haya registros y calidades diferentes. Ocurre también en la enseñanza. Pero no hay que ser alarmistas.
Hemos de favorecer, eso sí, el interés por la lectura, sin olvidar algo esencial: la escuela. El aula, especialmente en la educación primaria, es el lugar adecuado para ofrecer una buena formación en lengua y literatura a los alumnos más jóvenes. Ahí sí que no debemos bajar la guardia ni rebajar las exigencias”.
La Academia a la calle
La lengua y la palabra: trescientos años de la Real Academia Española es el título de la exposición con la que esta institución quiere acercar a los ciudadanos su historia y la importancia del buen uso del español, convencida de que “a todos nos une el deseo de escribir bien, lo mejor posible”, en palabras de su director, José Manuel Blecua.
La exposición, patrocinada por Acción Cultural Española, intentará resumir los tres siglos de la Real Academia Española y es posible que pueda verse en otros lugares, en una versión reducida.
En la historia
Creada el 3 de agosto de 1713, la RAE tuvo su primera sede en el domicilio de su fundador, el marqués de Villena, quien consideró conveniente emular a Francia, a Italia y crear una institución que fijara los vocablos de la lengua castellana.
Poco más de un año después, el 3 de octubre de 1714, el rey Felipe V la declaró bajo su amparo y real protección. El edificio actual, elegante, muy cerca del Museo del Prado, en el que los cuarenta y seis académicos y académicas se reúnen todos los jueves por la tarde, fue inaugurado en 1894, cuando la “docta casa” había cumplido ya 181 años.
“Los proyectos de futuro de la Real Academia -señala José Manuel Blecua- entroncan también con los mismos que impulsaron nuestros predecesores: la publicación del Diccionario, por ejemplo. Esa fue la primera tarea que abordaron los académicos en los años fundacionales. Su fruto fue el llamado Diccionario de autoridades, cuyo primer tomo, de un total de seis, se publicó en 1726.
En 2014, como culminación de los actos del tricentenario, aparecerá la vigesimotercera edición, que se imprimirá en papel y estará asimismo disponible en la Red”.
También reflejará la exposición el siglo XIX, el de la independencia de las repúblicas americanas y el de la preocupación por la fragmentación de la lengua, algo que no llegó a producirse, ya que ha existido una vinculación que nunca se ha roto y el español se impuso entonces a las lenguas indígenas.
Y la labor de la Academia durante el convulso siglo XX, la Guerra Civil Española y los intentos del franquismo de quitarles el sillón a los académicos exiliados. Nunca se cubrieron estas plazas hasta que murieron los académicos y, en el caso de Salvador de Madariaga, se le guardó durante más de 40 años.
Aunque presiones hubo antes. Fue en 1814 cuando el Gobierno prohibió mediante una orden que la palabra “caos” entrara en el Diccionario. Quizá por eso, la Academia advierte que no se puede esperar que el diccionario sea “políticamente correcto” ya que refleja el uso de la lengua.
América estará presente en la exposición, con la aportación de piezas del continente y la participación de lingüistas y escritores americanos en el catálogo.
Además de la exposición y de la nueva edición del Diccionario, la Real Academia Española conmemorará estos 300 años con su actividad diaria. Está trabajando en unos nuevos portales en Internet, con una oferta de servicio público mucho más amplia y en algunos simposios internacionales.
En el siglo XXI
El 20 de octubre de 1993 se constituyó la Fundación Pro Real Academia Española, entidad que tiene como finalidad atraer recursos económicos para la financiación de las actividades e iniciativas de la Academia.
Está regida por un patronato, cuya presidencia de honor corresponde al rey de España, Juan Carlos I, la presidencia al gobernador del Banco de España y la vicepresidencia al director de la Real Academia Española.
Las vocalías corresponden a otros académicos, presidentes de las comunidades autónomas y de empresas privadas, como socios fundadores.
La Academia en Honduras
La Academia Hondureña de la Lengua fue establecida en Tegucigalpa, el 28 de diciembre de 1948 y pertenece a la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Esta institución es heredera de la decimonónica Academia científico-literaria de la república de Honduras. El actual director es el poeta y diplomático óscar Acosta.
Entre sus miembros destacan las académicas Sara Rolla, Helen Umaña, Marta Susana Prieto. También Gálel Cárdenas, Rafael Leiva Vivas, José Antonio Funes, Felipe Rivera Burgos, entre otros.
La edición conmemorativa de los 400 años de El Quijote, editada por la RAE junto con las 22 academias de la lengua que existen en el mundo hispano, de la que se editaron cerca de un millón de ejemplares, fue una propuesta de la Academia Hondureña de la Lengua, por medio de su director, el poeta Acosta.

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