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segunda-feira, 10 de junho de 2013

LA MAGIA DE LA TRADUCCIÓN

Francesc Parcerisas y la magia de la traducción
"El traductor siempre debe descubrir un punto de vista nuevo: el de su lengua"
VICENT ALONSO - El País - España.

Leyendo Sin manos. Metáforas y papeles sobre la traducción (Galaxia Gutenberg / Círculo de lectores, 2013) me he sentido en el corazón mismo de los problemas de un oficio que ocupa un lugar primordial en la cultura humana. Y esto quizás porque Francesc Parcerisas, el autor, no ha confeccionado un tratado académico, sino que ha dejado de lado toda ostentación erudita y nos ha llevado directamente, sin disquisiciones más bien superfluas, en un volumen que, dedicado a sus alumnos, tiene su origen en la experiencia pedagógica acumulada por el autor a lo largo de años de dedicación a la enseñanza. Pero la experiencia de Parcerisas, como es bien sabido, no se limita a las aulas universitarias y este volumen da cuenta de sobra. Ciertamente, el lector se ve más bien invitado a una especie de viaje por los territorios de la lectura desde una perspectiva casi autobiográfica que enlaza los problemas centrales de la traducción con las preocupaciones pedagógicas del autor, pero también con sus ocupaciones como traductor de Tolkien, Russell, Heaney, Pound, Pavese, Rimbaud ..., o como director literario (desde 1986 hasta 1993 fue director literario de la colección Clásicos Modernos de la editorial Edhasa) o con hechos más cotidianos que nos llevan por ejemplo a pasear sin prisas por el mercado de San Antonio en busca de alguna pequeña joya o simplemente por el placer de hojear libros que "algún día hicieron la felicidad de otros lectores".
Las palabras de Carles Riba que abren el volumen contribuyen notoriamente a situar una buena parte de los rasgos que definen el punto de vista de Parcerisas sobre el hecho de la traducción, como una cierta identificación entre el hecho de traducir y el de leer, que Riba , uno de nuestros grandes traductores, formula con claridad en las palabras citadas: "Es en el hombre el misterio, no la obra de arte: ella dura, exigiendo siempre unos ojos nuevos que la contemplen y que vean más que lo actual”. Traducir, así mirado, ¿sería más que leer ensayando una forma a la interpretación personal? Y el que buenamente lee, si lee bien, ¿qué hace sino traducir para él -más provisionalmente todavía? ". No debe olvidarse, sin embargo, que, a pesar de las formas, a pesar de la voluntad de decir sin erudiciones y casi siempre guiándose por la anécdota inteligente o por el símil pedagógicamente valioso (el traductor, no como viajero, sino como contrabandista o espía, de manera que el agente doble es el paradigma perfecto del traductor), "la traducción como isla entre dos continentes, como punto entre dos culturas" que Parcerisas construye a partir del caso singular de la isla de Dejima donde los japoneses dejaban en cuarentena todas las influencias occidentales), este “Sin manos” es una reflexión sagaz sobre el mundo de la traducción que, lejos de detenerse en ideas generales, prefiere mencionar las de paso ( "la traducción es la columna vertebral de la cultura humana: no hay un solo acto de nuestra vida que no esté relacionado, de una manera o de otra, con la traducción") y dirigirse al análisis específico de problemas, como el de la fidelidad al original, que le permite recrearse en la defensa del Josep Carner traductor de Dickens, o el de la autotraducción, que le recuerda el cuadro de Dalí El gran masturbador : "La 'autotraducción podría ser interpretada como el gran escenario de la auto placer, el escenario de la pulsión, de la imaginación, de la mecánica excitatoria y del orgasmo final en una sola acción ". Da gusto pasar las páginas de este libro y encontrarte con los problemas centrales que ya has visto enunciados aquí o allá, pero que ahora se te plantean desde la concreción que permite un libro determinado, un hecho singular de nuestra cultura o de la universal, o alguna de las disyuntivas cruciales con que tropieza el oficio. Seguramente, las opciones de Parcerisas no siempre merecerán la aprobación general. Pienso, por ejemplo, en su defensa sistemática y razonada de las "traducciones de sangre plebeya", por contraposición con "las de sangre azul", elaboradas por traductores anónimos, modestos, que "a menudo son los peones que cortan las escuadras del granito más duro, mientras que algunos de los más reconocidos sólo amasan bajo los focos un barro muy blando. "Y pienso también, a propósito del gran esfuerzo de nuestra cultura para incorporar obras de otras culturas, en su denuncia de los" maestrillos dedicados a hacer la carrera del garrapata "que hurgan" con su panoplia erudita en los detalles y las imperfecciones de algún caso concreto mientras pierden de vista el conjunto y todo lo que el conjunto ha representado y aún representa”. Quizás Parcerisas sí obtendrá la aprobación unánime cuando concluye con un último símil para definir la traducción, el de la magia. Como el mago que nos sorprende con pañuelos de color dentro de la manga o con un cigarrillo encendido que hace salir de la oreja, "el traductor siempre debe descubrir un punto de vista nuevo: el de su lengua". Y lo que es más decisivo: debe hacerlo como el mago, sin descubrir el misterio, haciéndonos creer que lo que leemos, incorporado con sabiduría a nuestra lengua, es la cosa (la historia, la idea, el verso ...) más natural del mundo.

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