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segunda-feira, 8 de abril de 2013

LA LENGUA VIVA


A la búsqueda del significado perdido
Amando de Miguel

Una de las preguntas más repetidas y emocionantes de los niños es la de: "¿Qué quiere decir esto?". Aquí andamos siempre a vueltas sobre lo que significan las palabras. Me refiero de cutio a la cuestión de la polisemia, la dificultad y el estímulo que supone el hecho primordial de que muchas palabras contengan varios significados. José Cuevas me proporciona una lista de 19 sentidos que puede tener la palabra zorra. Puede ser ojeriza, plumero, constelación, remolque, vulva femenina (en Chile), etc. Cita el asturiano la expresión ni zorra idea, aunque yo creo que se trata de un ñoñismo para no decir puta. Nunca he podido averiguar por qué esa asociación entre las prostitutas y las zorras. ¿Podrá ser porque trabajan de noche?

Las palabras cambian de significado porque las combinamos a capricho. Jesús Laínz (que todo lo ve y todo lo oye) anota el parte meteorológico de hace unos días: "Esta semana la península se verá afectada por un glosario de borrascas". No es una errata.

Precisamente, Cristina Pérez me pregunta si la palabra sobrevivencia, que está en un libro mío, puede entenderse como un error o una errata. Nada de eso. Es el sustantivo del verbo sobrevivir. Dice doña Cristina que sobrevivencia no está en el DRAE. Pero está en el Seco, que es más completo.

Jesús Millán me consulta la diferencia entre el guioncito (-), las comas o los paréntesis para lograr el efecto de un aparte o una especificación en la frase. Más que el guioncito, que sirve para otra cosa, se utiliza el guión largo (─). Los tres signos cumplen funciones parecidas. Me guío por el olfato. Con las comas se hace una frase implícita dentro de la principal. Los paréntesis sirven mejor para explicar un significado. El guión largo debe utilizarse para interpolaciones muy cortas.

José Luis Mullor se refiere a la moda de "sistémico" (lo referido al conjunto, a la estructura). Lo critico no porque esté mal dicho, sino porque se abusa de la palabreja, por ejemplo, para diluir la culpa y, en el fondo, por pedantería. No debe confundirse con sistemático (reiterado, constante).

José Antonio Martínez Pons observa que algunas expresiones que estuvieron de moda dejan de estarlo. Por ejemplo, a nivel de o en base a. Tiene razón. No es que se hayan abandonado, sino que en la generación anterior eran muletillas de la clase alta y ahora son de la baja. Terminarán por desaparecer. Es lo que pasa con las modas. ¿Quién se atreve ahora a llevar un pantalón de talle bajo?

Miguel Mijares se queja de que se dice mucho lo de "obviamente", o "evidentemente", cuando las cosas no son tan obvias ni tan evidentes. Creo que fue Felipe González, en sus días de gloria, quien introdujo el "obviamente". Evidentemente se lo oyó decir a su colaborador Julio Feo.

Contacte con Amando de Miguel: http://www.libertaddigital.com/opinion/amando-de-miguel/a-la-busqueda-del-significado-perdido-67984/

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