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quinta-feira, 24 de janeiro de 2013

ENTREVISTA AL DIRECTOR DE LA RAE



Blecua: «El español ha ganado ya a todas las lenguas románicas en Estados Unidos»
ANTONIO ASTORGA / MADRID

La Real Academia Española (RAE) cumple tres siglos de existencia el año en el que idioma español es ya el segundo del mundo. El regidor de la Docta Casa analiza para ABC el «boom» de una lengua que nace en el pueblo y se doctora en la RAE

José Manuel Blecua Perdices (Zaragoza, 1939) barbilampiñeó pateándose de costa a costa la cuna del Pilar para ir al colegio: dos horas de ida con la fresca, dos de vuelta en la atardecida crepuscular. Cuando se fundía el tranvía por cortes de luz, su padre, su maestro y el de innúmeros filólogos –profesor del instituto y catedralicia memoria sentimental de Lope, Quevedo, Góngora...–, José Manuel Blecua Teijeiro, lo llevaba de la mano a clase. Infancia de literatura popular, tebeos y El Coyote. Y de eminencias como Francisco Ynduráin, Ildefonso Manuel Gil, Ricardo Gullón. Ynduráin y Gullón asesoraron a Blecua Teijeiro sobre dónde tenía que estudiar Blecua Perdices Filología Hispánica: «Este chico donde se tiene que ir es a Madrid porque tiene que conocer mundo», coincidieron al unísono, frente a la postura del padre, más partidario de la unamuniana Salamanca. En ese Madrid circa 1950, José Manuel Blecua estudia conRafael Lapesa, pero su progenitor se queda completamente sordo y gana las oposiciones de Barcelona. «Me fui con él, y tuve de profesor a Martín de Riquer en literaturas románicas. Otra ciudad, otra biblioteca extraordinaria como la de Cataluña, fantástica para un romanista. Italiano, provenzal... No era la filología española que ahora estudian los chicos, es que la vida era muy distinta». De Barcelona a Ohio State, El Colegio de México y retorno nietzschiano como catedrático de Lengua Española a la Autónoma de Barcelona. Desde hace dos años dirige la Real Academia Española (RAE) tras la etapa de Víctor García de la Concha, hoy rector del Instituto Cervantes. Blecua Perdices, que nos ha enseñado Gramática, lingüística, sinónimos, antónimos y a amar la literatura española, es el director del tricentenario de la RAE (1713-2013), que culminará con la XXIII y última edición en papel del Diccionario.
«En la Autónoma de Barcelona, el Departamento de Filología Española es el primero»
–Como aragonés curtido en Cataluña, ¿qué opina de la polémica sobre la enseñanza del español allí?
–Mire, según las encuestas de Departamentos universitarios, el nuestro está el primero de todos en Filología española, este año, el pasado, es decir que es un motivo de orgullo. En la Autónoma de Barcelona, el Departamento de Filología española es el primero de los cincuenta que hay. Mi padre tuvo muy buenos alumnos y dirigió grandes tesis. Hemos tenido una suerte inmensa porque nuestros departamentos están llenos de antiguos alumnos. Hemos hecho una labor importante para la investigación de la lengua y la literatura.
–¿Cómo escribimos los periodistas?
–Pues los periodistas escriben igual que los profesores de lengua (sonríe). Porque todos buscamos la originalidad. Ya en serio, eso tiene sus peligros: hay imágenes audaces, metáforas nuevas, y el riesgo, como en las retransmisiones de los partidos de fútbol, que escucho sábados y domingos. Se nota una innovación enorme.
–¿Hay que ser descriptivamente correctos?
–Es fundamental para que el Diccionario sea objetivo: tiene que ser capaz de describir la lengua sin tener en cuenta la gallina y el gallo. Para poner un ejemplo, en estos momentos existe la creencia piadosa, que yo creo que no debería existir, de que hay que ser políticamente correcto en una serie de cosas, y se pretende que el Diccionario también lo sea. Es cuando se plantean problemas como judiada, por ejemplo, palabras que existen dentro de la lengua, que tienen una significación, una historia, y que en modo alguno significan nada contra los judíos sino todo lo contrario.
«El masculino es englobador y no solamente masculino»
–Sobre el sexismo sí, sexismo no en el lenguaje, ¿cuál es su postura?
–El reconocimiento de que el masculino es englobador y no es solamente masculino; pretender, además, que haya una relación entre la significación y el sonido es romper todos los principios de la lingüística. La arbitrariedad del signo es fundamental, si no no nos entenderíamos. Pero es que todas las lenguas románicas funcionan igual, no solamente en español, funcionan igual en catalán, en italiano... No hay un masculino. Lo que pasa es que es una sociedad que ha sido machista, no solo en la lengua, sino en los consejos de administración de los bancos...
–¿Y en la Universidad?
–No, porque está llena de profesoras. Las mujeres, sobre todo en la Enseñanza Media, siempre han sido las más abundantes dentro de los profesionales: medicina, fiscales, jueces...
–Aclárenos: ¿es la juez, o la jueza?
–La jueza está en el Diccionario académico, aunque a alguno no le guste. Hay un decreto, de 1929, donde se dice que cada título universitario tendrá su femenino.
–Y «solo», ¿con o sin acento, pues?
–Es que los viejos tenemos una tradición de escribir. A mí me costó mucho perder el acento de fue y de dio...
–¿Le «pone» la lengua?
«El idioma necesita estar al día de modo constante»
–El idioma ha sido mi vocación, mi obligación, mi destino, y lo que más siento es que la administración de los pequeños detalles de la vida cotidiana me impiden estudiar lo que me gustaría estudiar de lengua, sobre todo cuando veo los trabajos de los lingüistas jóvenes, que son excelentes. Necesita estar constantemente al día.
–El otro día discutían sobre la palabra «botellón» en el pleno de la RAE...
–Botellón está en lista; tableta tuvo cuatro días, y seguramente cambiará la definición en la siguiente edición porque las tabletas van a ser distintas.
–Si no hay consenso con las otras 21 Academias americanas, ¿qué se hace?
–Se marca como hispanismo, y si no no se pone ninguna marca, y se dice que es general. Tableta es que como choca con chocolate...
–Se avecina un «botellón» de actos tricentenarios en la RAE.
–Ya han llegado ofrecimientos para comenzar los primeros en el extranjero: uno de la Biblioteca Tayloriana de la Universidad de Oxford, otro de una universidad portuguesa.
«La Transición fue fundamental para poner de moda en el mundo la literatura hispanoamericana»
–¿La imagen del idioma español se corresponde con la cultura española que se transmite fuera de España?
–Yo creo que sí. La imagen que da la lengua y la literatura. Los años de la Transición fueron fundamentales para poner de moda en el mundo la literatura hispanoamericana: la selva, los ríos, leer a a Mario Vargas, García Márquez, Álvaro Mutis, esos barcos renqueantes por los ríos enormes de América, Maqrol... Ese es un mundo que ha dado una originalidad: la literatura de los grandes personajes, de los dictadores, del señor presidente... Es muy sugestiva. Hay que pensar en un nórdico que en mitad de la nieve está leyendo Macondo...
–Según el Cervantes, 495 millones de personas nativas hablan español, el segundo idioma del mundo.
–El Instituto Cervantes ha logrado una expansión enorme del español. El otro día decía su director, don Víctor García de la Concha, que hay 18 millones de estudiantes de español como lengua extranjera en este momento. En Estados Unidos, el español ha ganado ya a todas las lenguas románicas.
–¿Y en España?
–La Filología española goza en este momento de un prestigio enorme. En mi Universidad hay un máster con treinta y tantos chinos, que vienen desde China a estudiar a BellaTerra.
–El español ya es también la segunda herramienta de comunicación.
–Y en twitter, pero cuando China se informatice, son mil y pico millones... El español tiene una fuerza demográfica intensísima. Los índices de crecimiento de niños que nacen en territorio de habla española son muy altos. En México son más de cien millones de habitantes, en Estados Unidos el elemento hispano está creciendo también gracias a programas de demografía. Estados Unidos acabará siendo un lugar donde haya más hablantes, aunque se pierde en la segunda generación.
«La Academia es notaria de lo que ocurre en el español»
–Pero esa fuerza demográfica del español no se incardina con el uso científico de la lengua.
–Porque tenemos unas zonas muy débiles desde el punto de vista de la investigación científica, que se hace en inglés: lo que trae que la ciencia y la técnica llenen de extranjerismos la lengua española.
–¿Y cuál es la misión de la RAE?
–Ir registrando qué extranjerismo aparece, sus formas gráficas, dispersión dentro del territorio, y por último ponerlos en el Diccionario, en cursiva.
–¿Ustedes los académicos qué son: humanos, jueces, maestros...?
–Examinamos cada palabra con los ejemplos, y decidimos si es poética, vulgar, jergal, si corresponde a una zona «provinciana», de la diacteología; los académicos examinan como en un juicio, y califican la palabra. Ya lo decía Fernando Lázaro, la Academia es notaria de lo que ocurre en el español. La incorporación de las 21 Academias del español nos ha dado una fuerza extraordinaria.
–La web www.rae.es es un tsunami.
«Hay meses en los que contabilizamos más de sesenta millones de entradas en www.rae.es»
–Hay meses en los que hemos contabilizado más de sesenta millones de entradas. Hay un programa donde se ve de dónde proceden las consultas: México encabeza la lista, Argentina tiene una fidelidad extraordianaria (más del veinte por ciento).
–¿La palabra vende?
–Anote. De la edición conmemorativa del Quijote se vendieron en dos años 2.700.000 ejemplares, sobre todo en América; de «Cien años de soledad», más de un millón.
–¿La revolución más importante en estos tres siglos de Real Academia?
–El primer Diccionario, en seis volúmenes, fue una proeza enorme: empieza en 1713 y en el 26 ya está saliendo. Era gente con mucho tiempo, sacerdotes, militares, bibliotecarios..., con una base técnica muy buena. Quedan hoy en el DRAE definiciones que recuerdan a las de 1726.
«La tecnología en la Real Academia Española comenzó con la fotocopia»
–¿Cuándo comenzó la tecnología en la RAE?
–Cuando nació la fotocopia. Internet ha dado una formación teórica, que permite atacar rápidamente los problemas del Diccionario. Pero las nuevas tecnologías, a finales del XIX, posibilitaron la fotocopia, y no había ya que copiar los textos. Porque antes los ficheros se copiaban a mano, ahí están digitalizados los doce millones y medio de fichas. Con la fotocopiadora ya no se producían erratas, sino que era la seguridad de que el texto era fiel. Ese fue el comienzo.

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