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domingo, 16 de dezembro de 2012

ERRORES DEL LENGUAJE







Curso: Errores comunes en el lenguaje periodístico (y general)
Autor: Alberto Fernández, colaboración de Pilar Úcar Ventura (Universidad Pontificia de Comillas, Madrid)


Introducción:
El objetivo principal de este grupo de artículos es mostrar al público errores de expresión que se cometen a menudo y, tras haberlos comentado, proponer una solución para ellos con el fin de evitar que se extiendan al lenguaje general. Se trata de una pequeña colección de errores comunes en el lenguaje periodístico, pero bien podría referirse al lenguaje de todos los días, puesto que la gente modifica su manera de hablar según lo que oye en los medios de comunicación, lo que demuestra que los periodistas cuentan con una poderosa arma que muchas veces utilizan a la ligera, sin pensar en las consecuencias que se derivan de ello. Éste no se puede considerar de ningún modo un proyecto exhaustivo, sino una especie de “denuncia” a aquellos que, siendo profesionales de la palabra, deciden, sin embargo, poner en evidencia sus conocimientos lingüísticos. Las fuentes que se han utilizado varían desde libros de estilo hasta artículos de periódico. Se ha contado con la inestimable ayuda de Pilar Úcar Miranda, escritora y profesora de lengua y cultura españolas en la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, que también ha sido coautora de varios de los artículos, y a la propia universidad por ceder su Sala de Recursos para la realización del trabajo.
1 - A NIVEL DE EXPRESIÓN
Ya no recuerdo a qué se refería aquella secretaria que salió en las noticias de cierta cadena cuando le preguntaron. Sea lo que fuese, ella lo había “consultado a nivel de jefes”. ¿No sería bastante más sencillo y natural decir “lo he consultado a los jefes”?
Un locutor de radio mencionó que los sombreros de paja son muy molestos cuando hace frío, “ a nivel de que entra aire en el sombrero”. Verdaderamente, los periodistas locutan mucho, pero parece que no saben ni hablar.
A nivel personal, a nivel mundial, a nivel general… Cosas así se pueden escuchar casi todos días. Creo yo que se trata de un galicismo, que proviene de la expresión “au niveau de”, y que ahora se ha convertido ya en un tópico del que incluso algunos correctores ortográficos de ordenador avisan 1. Como diría mi profesora de francés, “C’est une expression très à la mode” a la que casi nos hemos acostumbrado.
Es correcto decir que nos situamos al nivel de Europa, que tal punto está a nivel del mar, que el nivel de lenguaje de un escrito es culto… siempre que haya distintos niveles que distinguir, pero nunca lo es usarlo porque sí.
En un artículo al que fácilmente se puede acceder desde Internet, se dice que “ la expresión no es correcta, pero tampoco es incorrecta” * , aunque el autor del artículo agrega: “Deducimos de la omisión del Diccionario de la RAE y del María Moliner , que es mejor no usarla , y que su pronunciación obedece más a una falsa acreditación cultural que a un sincero conocimiento de la lengua.” * . En el Libro de estilo de El País podemos leer que se trata de una “expresión que suele ser mal empleada, puesto que implica un concepto de altura (‘a nivel del mar', ‘no ha llegado al nivel de otras veces'). Es incorrecta cuando se usa para extensiones o similares: ‘está prohibido a nivel estatal', ‘hay que hacerlo a nivel de prueba'. En el Museo de los horrores del Centro Virtual Cervantes nos encontramos con que «el sustantivo nivel significa “altura”, “grado, categoría, situación”. No debe utilizarse a nivel de sin que aluda a esos significados». También se nos proponen ejemplos correctos:
-Yo no puedo ponerme al nivel de ese jugador.
-A nivel del mar.
-A nivel de la superficie terrestre, hay anticiclón.
-Ya estamos a nivel europeo.
Lo que está claro es que la expresión a nivel se puede sustituir por otras ( a nivel personal : personalmente, a nivel mundial : en el mundo, a nivel general : en general, a nivel de Estado : a escala o en el ámbito estatal…), y suena bastante más idiomático.
* Citas de “A nivel de… En el límite de la incorrección”, Eduardo Domínguez
Avión de Papel
Marzo de 2000
http://www.aviondepapel.com/cajas/anivelde.htm

¿PORQUÉ SE PERDIERON LOS BUENOS MODALES?





Es una pregunta que se hacen muchos nostálgicos de otras épocas; ¿en dónde quedó el respeto?; expertos analizan la pérdida de las formas en la sociedad
Por Julieta Paci | LA NACION



Pícaros que buscan la forma de colarse en todas partes; encuentros siempre interrumpidos por celulares y computadoras; asientos que jamás son cedidos a ancianos y embarazadas; y palabras de agradecimiento nunca pronunciadas son algunas de las acciones cotidianas de millones de argentinos que hace que muchos se pregunten:
¿En dónde quedaron el respeto y los buenos modales?

Según José Eduardo Abadi, médico psiquiatra, psicoanalista y escritor, los buenos modales pueden haberse perdido por varios factores. "Por un lado la gente vive apurada, estresada, y esto hace que no pueda detenerse a pensar en el otro. Por otra parte, los argentinos nos sentimos inseguros todo el tiempo, eso genera una fantasía persecutoria que deriva en un comportamiento antipático y defensivo".
Para Sergio Sinay , escritor, periodista y especialista en vínculos humanos, lo que sucede es que se han olvidado los contratos sociales: "Hoy muchos piensan que se puede sobrevivir sin el otro y, a partir de allí, se pierden los buenos modales porque para que ellos puedan ser implementados se necesita comprender que el de al lado es esencial para nuestras vidas; como dijo alguna vez el filósofo lituano Emanuel Levinas, 'Primero usted, por favor'".
El especialista afirma que esta situación se viene dando, de manera gradual, desde la década de los 90. "A partir de una economía salvaje, consumista, y del auge de la tecnología; cuando comenzó a pensarse que los seres humamos podíamos vivir recluidos, rodeados de aparatos, e incluso reemplazados por ellos".
Edith Cortelezzi, experta en ceremonial y protocolo, autora del libro Buenos modales, buenos negocios , asegura que la falta de modales se nota a partir de las últimas tres generaciones, cuando la mujer dejó el hogar para comenzar a trabajar. "Desde entonces, los chicos quedaron 'huérfanos' de aquella capacitación esencial que recibían en su casa y luego, al llegar a la escuela, tampoco eran instruidos sobre el tema". En sintonía, la famosa Eugenia de Chikoff, también especialista en protocolo y ceremonial, expresa que lo que sucede se debe a que "la familia ya no es lo que era antes, donde la madre educaba y el hombre la apoyaba".
LO QUE MÁS MOLESTA A LOS ARGENTINOS
Entre las cosas que más molestan a los argentinos se destacan el desinterés por el prójimo, la apatía, la falta de cordialidad tanto en la vía pública como en lugares privados, las interrupciones continuas de celulares y diversos aparatos tecnológicos que no permiten una conversación fluida.
"Lo que más me fastidia es que la gente no pida 'por favor' y que no agradezca cuando recibe algo", dice Juan José Mac Mahon, abogado, de 45 años. Para Joaquín Pedroso, director de cine, de 24, "no hay nada peor que cederle el paso a alguien o abrirle la puerta y que encima de no agradecer mire para abajo y siga de largo".
"Detesto a la gente que arroja escupitajos en la calle, especialmente a los que lo hacen a centímetros de uno, también a los que tiran desechos por la ventanilla del tren o el colectivo como si la calle fuera un gran tacho de basura", se queja Malena Ibarra, escenógrafa, de 24 años. Pablo Castelli, contador, de 32, cuenta que en más de una oportunidad se ha encontrado con gente que no respeta las filas para ser atendido.
Especialistas afirman que lo que sucede se debe a que "la familia ya no es lo que era antes, donde la madre educaba y el hombre la apoyaba"
Otros manifiestan que el temor a ser víctimas de un delito en medio de la vía pública hace que los peatones se muestren indiferentes o se nieguen a responder ante una consulta y así se pierda la cortesía que existía tiempo atrás. "Muchas veces me acerco a preguntar por una calle o por una dirección y no obtengo respuesta. Es algo que sucede cada vez más a menudo porque la gente tiene miedo de que uno les vaya a robar o hacer algo. Lo que pasa habitualmente es que se sobresaltan y luego comienzan a caminar rápido como queriendo escapar", dice Federico Quintela, estudiante de economía empresarial, de 21 años.
La inseguridad provoca, cada día más, que los individuos de la sociedad se vuelvan desconfiados, se sientan perseguidos, y que muchas acciones que antes parecían normales se vayan convirtiendo en excepcionales dejando atrás la cortesía y las buenas formas.
HERRAMIENTAS TECNOLÓGICAS, GRANDES ENEMIGAS
En el último tiempo, con los importantes avances tecnológicos, los celulares y las computadoras se han incorporado a la vida diaria y, según manifiestan algunos especialistas, la mala utilización de ellos también ha influido en esta degradación.
"El problema radica en la utilización de las herramientas tecnológicas. Hoy los instrumentos no están al servicio de las personas, como debería ser, sino a la inversa. Los seres humanos se despersonalizan y pierden los modales al olvidarse de que el otro existe y de que espera ser respetado", explica Sinay. También asegura que, en más de una oportunidad, ha visto cómo los integrantes de una familia cenan mientras se la pasan mandando mensajes en el celular, tratando de esconderlos en su regazo, y parejas en la que uno espera aburrido a que el otro termine de hablar.
Chikoff dice estar "en contra de los celulares y de las personas que caminan por la calle hablando por teléfono mandándose la parte como si tuvieran más poder que el resto, cuando lo único que tienen es mala educación". Para ella en el camino "hay que disfrutar de los árboles, del aroma de las flores, del cantar de los pájaros, del paisaje, y los celulares destruyen la intimidad, la paz y la tranquilidad".
Los expertos coinciden en que la buena educación se basa en conocer las reglas, respetar los límites y el espacio del otro.
Para Abadi uno de los problemas principales es que "la sociedad argentina está alejada de la ternura ya que los lazos entre los individuos de la comunidad son frágiles; no hay normas ni límites, y el otro es visto como un potencial enemigo, un peligro, y no como un aliado".
"Pareciera que la preocupación por el prójimo ha disminuido, hoy cada uno atiende su juego. A esto se agrega un creciente desprecio por las normas establecidas, justificando cualquier violación de las mismas bajo la premisa de que 'todos lo hacen y no pasa nada'", dice José María Condomí Alcorta, licenciado en organización de empresas, de 61 años, que padece a diario la indiferencia.
"Los buenos modales son un pilar esencial tanto para andar por la calle u obtener un trabajo como para relacionarse en un lugar de esparcimiento. Las personas bien educadas, sin duda, marcan la diferencia", dice Cortelezzi.
Sinay asegura que los buenos modales pueden ser recuperados, pero para que ello suceda se necesita de un trabajo conciente. "Es fundamental comprender que el otro es imprescindible para vivir mejor. Debemos comenzar con pequeños acuerdos desde el núcleo más íntimo, implementándolos en situaciones cotidianas, para que éstos luego puedan expandirse -y añade-. Esperar que la sociedad cambie es en vano si no empezamos por nosotros mismos"..


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