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quarta-feira, 5 de setembro de 2012

CARLES BOIX





Carles Boix, catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Princeton

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet
"Culpamos a los políticos de todo con demasiada facilidad"
01/09/2012 -
LLUÍS AMIGUET


Pesar aquí y allá
Antaño los protagonistas de nuestro debate público estaban aquí, en el país, o allá -en EE.UU. u otras naciones avanzadas-. Hoy los tenemos aquí y allá a la vez en estimulante puente intelectual. Son profesionales y académicos que ejercen en centros de prestigio extranjeros sin dejar de pesar en los nuestros. Sean bienvenidos -en toda su transversal influencia- y más si saben explicarse sin darnos lecciones, como Carles Boix en sus Cartes ianquis (A Contravent). Antaño, la distancia de las cartas, remansadas por el tiempo, restaba apasionamiento y sumaba criterio a las opiniones. Hoy en el reino de Twitter, reductor compulsivo de la complejidad universal a 140 caracteres, su gravedad es aún más necesaria.
Estoy investigando por qué surgen las democracias.

¡Cuéntenos!
El fundamento de una democracia estable es la igualdad económica que propicia la cohesión social.

¿Y qué hace posible esa igualdad?
Las democracias surgen donde se da una distribución de la tierra más o menos equitativa o un crecimiento económico, debido a mejoras tecnológicas, que propicia la aparición de clases medias educadas.

¿Puede confirmarlo con datos?
Lo confirman los de distribución de renta, solo disponibles desde principios del siglo XX, Los anteriores los deducimos, por ejemplo, midiendo fémures de esqueletos. Las diferencias en su altura revelan desigualdad en la nutrición y, por tanto, en la riqueza.

¿Ha llegado a otras conclusiones?
Estamos recogiendo datos sobre el desarrollo de Europa del 1200 al 1800. Y comprobamos que en una franja media, digamos que desde el sur de Inglaterra hasta el norte de Italia y de Baviera a Catalunya se generó de forma endógena una mayor densidad urbana.

¿Surgieron ciudades más pobladas?
Esa mayor densidad urbana fue apreciable en núcleos del norte de Italia, Suiza, parte de Francia, Alemania, Bélgica, Holanda... Y posibilitó un mayor intercambio de ideas, que favoreció el despegue tecnológico.

¿La revolución industrial?
Que en realidad fue la culminación de un largo proceso de acumulación de capital social e intelectual que arranca ya en el 1200.

¿Y cómo se concreta?
El auge del sector textil catalán, por ejemplo, es posible gracias a una clase artesanal que ya existía desde entonces en esa área con una agricultura también más avanzada.

Catalunya había sido marca carolingia.
Y en el País Vasco -también en la frontera de esa región europea- se da asimismo una densidad demográfica que le permitirá integrarse en la innovación europea.

Otros países llegan a la prosperidad de repente sólo por encontrar petróleo.
Pero si la riqueza del petróleo es distribuida desigualmente -como en los emiratos del Golfo- propicia regímenes despóticos. Si, en cambio, se reparte con equidad -como en Noruega- fortalece la democracia.

Algunas regiones de ese despegue europeo llegan a Estado y otras a provincia.
El hinterland catalán y sus proyecciones políticas van pesando más o menos a lo largo de los años en el conjunto del Estado español, pero ni su demografía ni su contribución económica llegan nunca a ser tan potentes como para contrarrestar el peso político y económico de Madrid.

Ha habido épocas.
Desde luego, pero todos los intentos de convertir esa mayor contribución industrial y económica en poder político dentro del Estado -desde Prim o Cambó hasta Roca o Maragall- han acabado en frustraciones de la clase dirigente catalana y, por lo tanto, en la recurrente tentación centrífuga.

Del regionalismo al soberanismo.
Paradójicamente es la constatación de que Catalunya pierde peso desde el XIX en la toma de decisiones del Estado, lo cual lleva a consolidar la alternativa soberanista...

¿Si no puedes influir, mejor te vas?
... y a tantear ahora la posibilidad de reinsertarse en Europa, ya con un Estado propio.

No es el único problema ahora mismo.
Sufrimos el estallido de varias burbujas superpuestas: la inmobiliaria, con sus ramificaciones bancarias; la del euro, que nos impide recuperarnos devaluando; y la demográfica, con el fin del baby boom...

¡Que tantas alegrías hemos dado!
¡Y qué desigualdad generacional ha dejado! Mientras hay babyboomers que han gozado de prejubilaciones doradas antes de los 60, sus hijos están llegando a los 40 sin contrato. Es injusto y un derroche de talento.

Mientras tanto, aún mandan los segundones de quienes hicieron la transición.
Echamos la culpa a los políticos de todo con demasiada facilidad, pero de la burbuja inmobiliaria se benefició todo el mundo.

Hoy necesitaríamos otra transición.
El inmovilismo de este régimen es resultado de la obsesión constituyente por la estabilidad tras Franco: se quería evitar la repetición de la amarga experiencia de las repúblicas y contrarrestar el poso anarquista.

Hay estabilidades que desestabilizan.
Esa obsesión llevó a las listas cerradas y, poco a poco, los partidos han acabado controlándolo todo y sus dirigentes a todo el partido. Así que quien es ambicioso ya sabe que debe escalar posiciones en organigramas laberínticos tras horas y horas de reuniones...

En el partido suben los culo di ferro.
No tendría por qué ser una estructura nefasta, pero lo es si los partidos funcionan en la práctica como circuitos cerrados que excluyen de las responsabilidades públicas a otros talentos no partidistas.

Así se cierran las sociedades abiertas.
No es sano que entrar en un partido sea la única carrera efectiva para quienes tienen talento y legítima ambición de servir al país.

¿Le da miedo la intervención europea?
Si repasamos la historia, las intervenciones extranjeras, a los catalanes en general, nos han salido bien. Siempre nos ha ido mejor a todos cuando hemos sido menos España.

¿Cree que sabremos hacer los deberes?
Creo que ahora mismo Catalunya puede contemplar con realismo la posibilidad de iniciar un proceso de soberanía en Europa: ya no es una utopía


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