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segunda-feira, 28 de novembro de 2011

¿Tener o ser?


El dilema entre tener y ser
Por Alina Diaconu | Para LA NACION

La disyuntiva no es nueva. A fines de la década del 60, Erich Fromm la desarrolló en aquel famoso libro titulado, precisamente, así: ¿Tener o ser?


En 2002, un director de cine francés, Nicolas Philibert filmó un documental sumamente elogiado y laureado en Europa con la misma idea, poniéndole como título: Ser y tener . La película transcurría en una escuela rural, entre un profesor y sus heterogéneos alumnos, y allí se conversaba sobre este dilema.
El interrogante que plantea Fromm sugiere la idea de que en la vida los individuos estuviéramos impelidos a optar por una de las dos posibilidades, como si, justamente, fuese muy difícil aunarlas.
"La diferencia entre ser y tener -decía el famoso psicoanalista alemán en su libro- no es esencialmente la misma que entre Oriente y Occidente. La diferencia está, antes bien, entre una sociedad interesada principalmente en las personas y otra interesada en las cosas."
Fromm tomaba como referentes a los que él llamaba "maestros de la vida", Cristo, Buda, en su prédica del desapego de los bienes materiales, en su apuesta a la elevación del propio potencial humano. E insistía en la necesidad de un esfuerzo continuo para "reducir el modo de tener y aumentar el modo de ser".
Esta idea aparece también en escritores como Goethe y el autor de haikus japonés Basho, en pensadores como el místico Meister Eckhart y hasta en Marx, que aconsejaba "ser mucho y no tener mucho".
El así calificado "capitalismo feroz" de nuestros días no hizo más que acrecentar la tentación de acaparar objetos y posesiones, en desmedro, claro está, de la otra necesidad básica del ser humano, que es la búsqueda interior, su sed espiritual y la reafirmación de una identidad más ética y altruista que la que responde a los requerimientos narcisistas del "yo".
Esa identidad interna, ese "ser" profundo, sería lo que nos sostendría como un eje medular, per se. No lo ganaríamos de un modo superficial, a través de círculos de pertenencia o por medio de la adquisición de objetos capaces de crear la ilusión de un estatus social.
Con respecto a las ofertas de un mundo excesivamente materialista y consumista en que vivimos -y esto se manifiesta sobre todo ahora, al aproximarse las Fiestas- recuerdo la experiencia de una amiga de la infancia.
Al llegar por primera vez a la ciudad canadiense de Montreal después de salir de un país comunista de Europa del Este, frente a la vidriera de una zapatería sintió que se mareaba más y más, hasta que se desmayó. Es que no podía creer que estuviesen en venta tantas botas de mujer: cortas, largas, medianas, azules, negras, marrones, con tachas, sin tachas, con hebillas o sin ellas, hechas con gamuza o cabritilla o charol, con taco alto, con taco bajo o sin taco, etcétera. En su país natal, en inviernos con veinte grados bajo cero sólo podía comprarse, si se tenía suerte, un tipo único de botas (existía en ciertas tiendas "privilegiadas" un solo modelo, de un solo color, de una sola medida) y había que dar las gracias si uno podía hacerse de un par de botas 39 para un pie cuyo número era, en realidad, el 36.
Que el comunismo fracasara como sistema se debió, entre otras muchas y serias razones, a que se ignorara el concepto de abundancia y las necesidades psicológicas intrínsecas de las personas, esa alegría de poder elegir lo que uno quiere para sí ante un verdadero abanico de alternativas.
Pero pareciera que el capitalismo no aprendió mucho después de la caída del Muro de Berlín. No se dio cuenta de que la sobreabundancia y el exceso tampoco son la receta adecuada en un mundo donde los recursos están mal administrados, la riqueza mal distribuida y donde la brecha entre ricos y pobres se va haciendo cada vez mayor.
El comunismo privilegió la ideología sobre los bienes materiales y el capitalismo privilegia las posesiones materiales sobre las necesidades del alma. El primero terminó fracasando y el segundo está en una crisis más que preocupante. La crisis que hoy vemos en Estados Unidos y en Europa muestra que el dilema entre tener y ser sigue siendo una cuestión irresuelta. Pero es evidente que se le ha dado demasiada preponderancia al "tener" sobre el "ser", a lo material sobre lo inmaterial.
No, no somos lo que tenemos. Creer que lo que tenemos es lo que somos ¿no será justamente el quid de una evidente confusión? Mientras no reaccionemos, terminaremos siendo lo que, de algún modo, muchos de nosotros ya somos: estresados esclavos de las posesiones, consumidos por el consumismo.
Recuerdo una frase que leí una vez y que me quedó grabada. La frase, que el lector seguramente reconocerá, dice que el rico no es aquel que más tiene, sino el que menos necesita.
En tanto no podamos resolver este problema, difícil será resolver todo lo demás. ¿Tener, parecer o ser? ¿Qué eco tienen en nosotros estos conceptos? ¿Lo sabemos?
Recientemente, en algunos teatros de Buenos Aires se estaban representando, en simultáneo, varias versiones de Hamlet. Qué fenómeno tan interesante: el príncipe Hamlet, acaso el más metafísico y el más torturado de los perturbados personajes de Shakespeare, estaba hablándonos desde distintos escenarios de la ciudad.
Su gran monólogo en el castillo de Elsinor se inicia con una línea célebre: "Ser o no ser, ésa es la cuestión. (?) Morir, dormir, tal vez soñar. He aquí el obstáculo" .
Qué importante es cuestionarse y dudar y escuchar la voz de los "espectrales" ancestros cuando éstos nos hablan al oído y nos abren los ojos para descubrir qué pasa con el poder, con las crueldades y las traiciones, con la codicia y la falsedad circundantes, con aquello que "huele mal" en las distintas Dinamarcas donde podemos estar viviendo.
¿Tener o ser? ¿Ser o tener? Esa es la cuestión, la gran pregunta, nuestra responsabilidad y nuestro desafío, y la ardua pero excelsa manera de ejercer el don tan preciado de la elección es la libertad. Lo ideal, lo difícil, sería llegar a un equilibrio, conocer las auténticas prioridades, tener una escala de valores. Lo demás -como diría Hamlet- es silencio.
© La Nacion
La autora es escritora .

SELMA ANCIRA


Notimex


La filóloga Selma Ancira, Premio Nacional a la Obra de un Traductor 2011



La filóloga y traductora mexicana Selma Ancira, experta en ruso y griego, fue galardonada con el Premio Nacional a la Obra de un Traductor correspondiente a 2011, informó el Ministerio de Cultura español.
Mientras, la filóloga española Olivia de Miguel, experta en lenguas anglogermánicas, fue reconocida con el Premio Nacional a la Mejor Traducción correspondiente a 2011 por su traducción de la obra Poesía completa de Marianne Moore.Tras conocer el premio, Selma Anciara expresó a Efe que se siente «feliz» y «muy honrada» por este galardón, que ha querido compartir con los lectores que hablan español.«El acto de traducir es el acto de crear —precisó— y me siento muy honrada por ello. Ha sido una gran sorpresa y es un estímulo para seguir. Lo quiero compartir con los lectores que leen español, y a los que les gustan los autores que a mí me gustan porque dicen cosas», subrayó, en conversación telefónica desde Buenos Aires.Ancira se encuentra estos días en Argentina impartiendo unas charlas sobre la traducción y la escritora rusa Marina Tsvietáieva, de quien es especialista.
«Para mí —subrayó—, la traducción es un premio en sí misma, porque lo más grande me viene de los lectores que me mandan cartas diciéndome que gracias a mi trabajo, por ejemplo, un libro determinado le ha cambiado la vida».
Selma Ancira, experta y traductora del ruso y del griego, nació en Ciudad de México, en 1956, estudió Filología en la Universidad de Moscú y después estudió griego moderno y literatura griega en la Universidad de Atenas. Reside en Barcelona desde 1988 y tiene nacionalidad española.
Especializada en literatura rusa del siglo XIX y literatura griega moderna, Ancira ha traducido casi toda la obra de Marina Tsvietátieva, la poeta rusa que se suicidó y cuya vida y obra está marcada por el dolor de la represión soviética, y a quien se empeñó en dar a conocer en España.
Tolstoi, de quien ha traducido sus cartas, Gógol, Pushkin, Chejov, Dostoievski, Nina Berbérova, o Pasternak figuran entre sus traducciones del ruso, y en griego, destacan Giorgios Seferis o Yannis Ritsos.
Para Selma Ancira, traducir un poema no es «como traducir un texto literal, claro, porque la poesía es música; y, por tanto, tienes que recrear, tienes que hacer un poema nuevo y orquestarlo con los instrumentos que tienes que no es más que el español, el castellano».
Cuando traduce poemas, Alcira lo hace «a cuatro manos», como le gusta decir, junto con el poeta mexicano Francisco Segovia.
El Premio Nacional a la Obra de un Traductor, que concede el Ministerio de Cultura, está dotado con 20.000 euros (unos 26.700 dólares), al igual que el galardón a la Mejor Traducción.
Publicado 25/11/2011
Agencia Efe

EL LENGUAJE Y LOS MEDIOS



Discutirán en la FIL la distorsión del lenguaje en los medios




Durante el debate «Periodismo y Cambios Sociales», en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2011 (México), se analizará la distorsión del lenguaje por los medios de comunicación.
Entre los temas a tratar en el VII Encuentro Internacional de Periodistas se encuentra el uso del lenguaje actual por parte de los periodistas, la perversión y distorsión con determinadas palabras, así como la conciencia que generan con su discurso cotidiano.
Estos puntos serán analizados por Roberto Castelán Rueda durante su participación en la mesa de este encuentro.
«Más que un análisis del discurso, quiero abordar lo que una palabra o concepto puede generar entre la población y el desgaste de algunas palabras, así como la relación que existe entre la prensa y el lenguaje, y cómo pueden los medios dar valor o quitar fuerza a algunas palabras», explicó Castelán Rueda.
Consideró que existen palabras que merecen atención, como «ajusticiamiento, crimen organizado y otras como verdad, honestidad, congruencia, democracia, presunto, justicia y cómo ante determinada situación ganan y pierden valor», dijo.
Detalló que lo que más le interesa plantear es la actitud de la sociedad ante su propio lenguaje, que por alguna razón ha sido manipulado o se la han quitado.
Agregó que otro de los temas que desea abordar serán los aspectos de autocensura en la generación de notas, tanto frente al Estado como a los delincuentes, y cómo la escritura misma de los periodistas, sobre todo en los medios escritos, se autocensura, se limita o lo adaptan al lenguaje que más les conviene.
«Esto sucede de manera constante, ya que muchos editorialistas tienen cuidado y la preocupación de expresar sus ideas en un lenguaje políticamente correcto, quiero plantear cómo la sociedad está como atrapada y cómo este lenguaje adopta estas palabras huecas», expuso.
Castelán Rueda indicó que también quiere plantear o revalorar el papel tan importante que tiene la prensa en la construcción de una conciencia en la sociedad.
«Por lo general se piensa que el reportero sólo escribe, y que el que da las noticias sólo da las notas, pero sin proponérselo trabajan en una representación social y creando una conciencia determinada con un fuerte impacto social», afirmó.
Publicado 25/11/2011

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responsable de contenidos mejor que curador de contenidos

Responsable de contenidos es la traducción preferida para la expresión inglesa content curator, en lugar del calco curador de contenidos.

En las noticias sobre tecnología es habitual la expresión curador de contenidos para referirse a la persona encargada de seleccionar, filtrar, editar y validar las informaciones y los contenidos de la web: «El curador de contenidos digitales busca, elige y presenta elementos informativos de la web, lo cual es realmente útil»; «Las herramientas del curador de contenido».

El término curador aparece recogido en el Diccionario académico con distintas acepciones, pero ninguna de ellas se ajusta al papel que desempeña esta figura profesional.

Por lo tanto, sería más adecuado hablar de responsable de contenidos, de modo que en los ejemplos citados se podría haber escrito: «El responsable de contenidos digitales busca, elige y presenta elementos informativos de la web, lo cual es realmente útil»; «Las herramientas del responsable de contenido».

Existen también otras alternativas, que pueden variar según la función exacta que se desarrolle, como editor de contenidos o gestor de contenidos.

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