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sábado, 12 de fevereiro de 2011

AMOR


O Amor e o tempo


por Victoria Garcia


Era uma ilha onde moravam todos os sentimentos:
a Alegria, a Tristeza e muito mais, incluindo o Amor. Um dia, foram avisados os moradores que a ilha ia afundar.
Todos os sentimentos se apressaram à sair da ilha, entraram em seus barcos e se preparavam à zarpar, porém o Amor ficou, porque desejava permanecer um momento mais na ilha que tanto amava, antes que afundara.
Quando por fim estava quase se afogando, o Amor começou a pedir ajuda.
Nisso viu a Riqueza e o Amor diz:
- Riqueza..., me leva com você!
- Não posso, há muito ouro e prata em meu barco, não tenho lugar para você.
Então o Amor pediu ajuda à Vaidade, que também passava...
- Vaidade, por favor, me ajuda!
- Não te posso ajudar Amor, você está todo molhado e vai arruinar meu barco novo!
Então, o Amor pediu ajuda à tristeza:
- Tristeza, Me deixas ir com você?
- Meu Amor! Estou tão triste que prefiro ir sozinha...
Também passou a Alegria, mas ela estava tão alegre que nem ouviu ao amor chamar desesperado.
O Amor começou a chorar, aí foi quando uma voz o chamou:
- Vem Amor, eu te levo! Era um velinho.
Mas o Amor estava tão feliz que se esqueceu de perguntar-lhe seu nome.
Ao chegar em terra firme, o Amor perguntou à Sabedoria:
- Sabedoria, quem era o velinho que me trouxe aqui?
A Sabedoria respondeu:
- Era o Tempo.
- O Tempo, porém por que só o Tempo me quis trazer?
A Sabedoria respondeu:
- Porque só o tempo é capaz de ajudar e de entender a um grande amor.

LA 'P' DE LA RAE


CULTURA



Inés Fernández-Ordóñez:
«Lo que se aprende a hablar desde niño no puede ser incorrecto»

El domingo ingresa en la Real Academia Española para ocupar la P, vacante tras la muerte del poeta Ángel González. Es la más joven de los doctos

ANTONIO ASTORGA

Día 11/02/2011 -

EFE
Inés Fernández-Ordóñez lee el domingo su discurso en la RAE
—Primera mujer filóloga en la RAE.

—¡Quiero dejar alto el pabellón!

—No es «miembra», sino miembro.

—Está en la facultad de cualquier hablante crear femeninos analógicos, como miembra, y mientras no se generalicen en el uso colectivo y acreditado del lenguaje pues no serán normalmente recogidos por los diccionarios. No censuro el uso de miembra, pero tampoco creo que se deba imponer por decreto. El lenguaje no se regula por decreto, sino por el uso colectivo de la comunidad lingüística.

—Es usted la quinta mujer en la Docta Casa. ¿La Real Academia refleja la realidad de la sociedad española?

—Bueno, hay gente de todas las disciplinas: economistas, juristas, escritores... una pluralidad de distintas procedencias y disciplinas. Si se refiere a la cuestión de las mujeres...

—En efecto, ¿es machista la Real Academia Española?

—La Academia, ahora mismo yo soy optimista, está haciendo un esfuerzo por incorporar mujeres. Antes de mi ingreso leyó su discurso Soledad Puértolas... Hemos ingresado dos mujeres en cuestión de meses. Hay cinco mujeres de un total de 46 sillones académicos, lo que significa un porcentaje superior al 10 %. Si toma en cuenta cuántas mujeres hay en los Consejos de Administración de empresas, o rectoras, pues no creo que la Academia esté fuera de esas proporciones. Lo que pasa es que igual que es deseable que haya más mujeres en otros puestos de responsabilidad también es deseable que este número se incremente progresivamente.

—¿Cree usted que fue propuesta por ser mujer o por ser filóloga?

—Yo creo que por ser filóloga.

—Juventud y belleza ingresan el domingo con usted. ¿Le falta a la RAE?

—Muchas gracias. ¿Belleza? No solo es física, sino que una persona mayor también puede ser bella, y lo es intelectualmente. No tenemos por qué tener un paradigma de la belleza basado solamente en la juventud.

—Su voz juvenil y aguda la delata. El académico gasta vozarrón grave.

—Tengo una voz que me confunde con mis hijas. Una voz grave es mejor para dar clase, hablar en público...

—¿«Pesa» el Fernández-Ordoñez?

—Más que un peso, es un honor. Cuando yo era niña me pesaba un poco el apellido porque todo el mundo inmediatamente me relacionaba con mi tío Paco [Francisco Fernández-Ordóñez, ministro de Hacienda, Justicia, Exteriores], y yo quería permanecer anónima. Al fallecer mi tío, y luego mi padre [José Antonio Fernández-Ordóñez, inolvidable, ingeniero y presidente del Patronato del Museo del Prado], a los que tanto queremos, percibo como un honor y una suerte haber crecido en un ambiente intelectualmente tan activo, tan motivador.

—El domingo, en el atril de la Real Academia, antes de leer su discurso titulado «La lengua de Castilla y la formación del español», su primer pensamiento irá dirigido a su padre. ¿Qué legado le ha dejado?

—El ejemplo de la independencia y la valentía: ser valiente y defender lo que uno piensa; luchar con pasión por las ideas propias y por las convicciones. Y la disciplina del trabajo, el esfuerzo: esforzarse por las cosas

—Delibes confesaba que si el lenguaje era en él una virtud, no era mérito suyo, sino del pueblo: «Si yo escribo bien es porque vosotros habláis bien y os he escuchado». ¿Se habla mejor en el campo que en la urbe?

—Yo no lo creo. Uno utiliza el lenguaje en función de las necesidades comunicativas que tiene. En el campo hay realidades que no existen en la ciudad, y viceversa. Delibes trasladó a la lengua culta escrita palabras que tenían un uso más restringido.

—Usted dirige el Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (COSER), que ha formado, junto a sus alumnos, desde 1990 hasta hoy (www.uam.es/coser). ¿En qué consiste?

—Son grabaciones realizadas a personas mayores del entorno rural. Tenemos más de mil horas grabadas en toda la zona central peninsular; solo nos queda Andalucía y Murcia. Intentamos estudiar cómo cambia la gramática de unas zonas a otras.

—Como gran dialectóloga, ¿diferenciamos correctamente entre leísmo, laísmo y loísmo o cometemos barbaridades en los medios?

—Como dialectóloga respeto todas las formas de hablar. ¿Corrección respecto de qué? Algo que uno ha aprendido a hablar desde niño no puede ser incorrecto. Es su propia variedad materna. Otra cosa es que esa forma de hablar no se corresponda con el estándar, pero en la medida en que uno sepa utilizar la lengua propia del estándar y al mismo tiempo su propio dialecto no veo por qué las dos cosas tienen que ser incompatibles.

—¿Qué opina de la Ortografía?

—Es una Ortografía razonada, lo cual es un avance importante. Es un trabajo ímprobo, inmenso; la Ortografía es lo que más toca a los hablantes. El francés tiene una ortografía totalmente desfasada de la pronunciación y ahí sigue porque las ortografías tienden a convertirse en fósiles que a la gente no le gusta cambiar.

—¿Y los cambios propuestos?

—Son todos razonables y mínimos.

—¿Usted los cumple a rajatabla?

—He aprendido a escribir sólo con acento, ahora procuro escribirlo sin tilde... pero cuando uno ha interiorizado una forma de ponerse los zapatos... Si a un niño le enseñas a atar el lazo de otra manera, lo consolidas.

—Su «jefe» en la Docta Casa, José Manuel Blecua, es también filólogo.

—Si mira en la sala de directores, casi todos han sido filólogos.

—¿Podríamos tener una directora de la Academia filóloga, y por qué no usted dentro de unos años?

—¿Y por qué no una escritora, o una historiadora...?

—¿Podría dirigir la Academia una mujer por vez primera?

—Sí, pero no necesariamente yo.

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